Libertad de expresión vs. delitos de odio LGTBI-fóbicos

Por José Cuadrado, Director de Comunicación de l’Observatori contra l’Homofòbia de Catalunya 

09 agosto 2019 10:36 | Actualizado a 10 agosto 2019 16:00
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Que la libertad de expresión está en peligro es una realidad que no puede ni debe ignorarse. El concepto es muy bonito, idílico, me atrevería a decir que casi romántico, pero como cualquier idea inocente, corre el riesgo de terminar siendo pervertida.

Por ejemplo, el sábado pasado en las fiestas dels Pallaresos, estuve por casualidad con unas amigas y observé que, como en toda verbena, había una gran orquesta en la plaza, muchas señoras de peluquería bailando con sus maridos el chachachá, una feria con toro mecánico y una olla dando sacudidas, además de un sinfín de jóvenes modo botellón por los campos y alrededores, pero lo que no había es un punto lila que promueva fiestas libres de machismo y violencias LGTBI-fóbicas. Cuando comenté ese detalle, mis amigas me llamaron «exagerada», «obsesionada» y «LGTBI-pesada».

La libertad de expresión no es que un grupo de adolescentes le digan a otro «fuera de aquí mariconazo» ni que ese mismo grupo agreda a la víctima hasta causarle contusiones y cortes

Precisamente a esto me refería cuando hablaba de pervertir el concepto «libertad de expresión», y es que, últimamente, con mejor o peor intención, hay muy pocos remilgos a la hora de hablar en nombre del odio amparándose en esa perversa «libertad de expresión» a la que hago referencia.

Seré más gráfico: libertad de expresión es que me presente en els Pallaresos maquillado con todo el brilli-brilli que a mi me parezca en los ojos, libertad de expresión es que mis amigas se den un beso en mitad del baile sin que eso suponga reproche, burla o signo de aprobación, libertad de expresión es ir a espacios «heteros» y ver banderas de colores para que nadie se pueda sentir discriminado. Pero, lo que no puede albergar duda es que la libertad de expresión no es que un grupo de adolescentes le digan a otro, «fuera de aquí mariconazo», del mismo modo que libertad de expresión no es que ese mismo grupo agreda a la víctima hasta causarle contusiones y cortes; y bajo ningún concepto, libertad de expresión es justificar una agresión con videos en YouTube con el pretexto «él lo provocó».

Los tres últimos ejemplos son manifestaciones del discurso del odio, algo que empieza con un sutil «yo respeto pero no tengo por qué verlo» y puede terminar en una brutal paliza en grupo.

La actual radiografía sobre la LGTBI-fobia en Catalunya es alarmante, el Observatori Contra l’Homofòbia lleva registradas en lo que va de año 102 incidencias. Y a su vez, estas incidencias revelan que el perfil del agresor tiende a ser el de un hombre joven que se crece cuando actúa en manada.

El Observatori contra l’Homo

fòbia lleva registradas 102 incidencias este año. El perfil del agresor tiende a ser el de un hombre joven que se crece cuando actúa en manada

La masculinidad, como la libertad de expresión, mal entendidas pueden convertirse en algo muy tóxico. Y es que ser un hombre en 2019 es difícil cuando la ropa ya no es de hombre ni de mujer, cuando los hombres también lloran en las pelis y cuando «ser un hombre» ya no tiene nada qué ver con lo que nos habían explicado. Ahora, como reza Gillette en su último anuncio: «hay que ser muy hombre para admitir que tienes miedo, para dar visibilidad a los que no la tienen o para ser una reina».

Por ello, la pedagogía es más importante que nunca para que los jóvenes no confundan la libertad de expresión con los delitos de odio. Y por ese mismo motivo son importantes la creación de espacios amables donde las personas Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales, Intersexuales y Queers puedan relacionarse sin sentirse cohibidas, juzgadas o en peligro. Precisamos de espacios amables en el ocio en general y en las fiestas en particular, con puntos de atención lilas y arcoíris como el que el Observatori presta al Brunch In para visibilizar las banderas, informar sobre la diversidad afectivo-sexual y atender a quién lo precise.

En un momento en el que representantes público invitan al retroceso y engañan con derogaciones de leyes LGTBI autonómicas, en un momento en el que somos testigos semanalmente de agresiones a Gays en el Metro de Barcelona, a Lesbianas en el Metro de Londres, a Transexuales en Alicante y al colectivo en general con ataques a sedes, monumentos y bancos, urge acabar con la lacra de la LGTBI-fobia. Las administraciones públicas tienen la obligación de hacerlo, en el caso concreto de Catalunya lo mandata la Ley LGTBI aprobada en el Parlament en 2014, pero hasta que eso suceda en su totalidad, seguiremos siendo las ONG quienes ofrezcamos un servicio de atención a las víctimas integral, permanentes y profesionalizado. De momento, y como respuesta al disparo de agresiones en Barcelona, desde el Observatori Contra l’homofòbia abre una línea de WhatsApp (699 901 651) el 17 de agosto para tender a víctimas.

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