En Pakistán existe la ley de la blasfemia, que permite acusar de forma anónima cualquier persona, teniendo el acusado que demostrar su inocencia. La ley se utiliza sistemáticamente contra las minorías religiosas e incluso contra muchos musulmanes que cuestionan esa interpretación radical del islam. El resultado es un clima de miedo que perpetúa el sometimiento de los cristianos, a los que algunos quisieran ver expulsados del país.
Pero a pesar de todas las dificultades, los cristianos se sienten parte integral de Pakistán y desempeñan un importante papel en el ámbito asistencial o en la educación, sin discriminar a nadie por causa de la religión. Y sobre todo, son y se sienten parte de la Iglesia. Una parte importante, de la que el resto puede y debe sentirse orgulloso por su valiente testimonio de fe. Un orgullo que Ayuda a la Iglesia Necesitada invita esta Navidad a completar mediante la oración y el sostenimiento económico.
Enric Barull Casals
(Girona)