La situación de enquistamiento de la política catalana se debe a dos errores, uno a cargo de Rajoy y otro de la Generalitat.
El de Rajoy es haberse tomado el independentismo como la voluntad de una pequeña minoría de dirigentes, capaces de contagiar sus devaneos por un tiempo; por lo cual confiaba en la teoría del suflé.
El de Mas primero, y luego de Puigdemont, es justamente el contrario: tomarse el independentismo como la voluntad de una gran mayoría de catalanes.
La realidad es que ni tan pocos, ni tantos: son la mitad de la población. Y ahora se encuentran que sin clara mayoría social, sin ningún reconocimiento internacional, y encima enfadados unos con otros, no doblegan al Estado.
El enquistamiento supondrá alargar el 155 a la espera de nuevas elecciones.