Los efectos de la pandemia

La tercera oleada del coronavirus ha dejado a la ciudadanía agotada por un año completo de zozobra, muerte y miedo, que en muchos casos ha supuesto una pérdida muy notable de bienestar material y que de cualquier modo ha influido muy negativamente en nuestro estado de ánimo. Es fácil detectar que alguna forma de depresión ronda a muchas personas, que la resistencia de muchos al confinamiento y a la adopción de medidas de seguridad se agota y que se ha agriado el sistema de relaciones sociales.

Desde el punto de vista clínico, el efecto de la pandemia sobre la salud mental de las personas es evidente. De acuerdo cona Sonia Almada, psicoanalista, especialista en infancia y adolescencia y presidenta de Aralma asociación civil, «la pandemia trajo efectos a nivel social y personal en múltiples niveles: confusión, temor, incertidumbre y los duelos por la muerte de seres queridos». «Ha sido, y sigue siendo aún, uno de los estresores sociales más agresivos que hemos sufrido como humanidad».

Es muy probable que los objetivos de carácter general hayan cedido ante la preocupación personal y particular de sobrevivir a la catástrofe. En las recientes elecciones portuguesas, por ejemplo, la abstención ha sido masiva, y se teme que algo semejante ocurra en Catalunya el 14-F.

Da miedo preguntarse qué sociedad saldrá de esta experiencia, qué valores tradicionales saldrán damnificados de ella y qué otras creencias y principios se potenciarán. De momento, lo que se vislumbra no es muy alentador, toda vez que la vacuna contra el virus, que se vio como la gran panacea, plantea problemas inesperados que alejan la solución.

Quizá ahora fuera ya momento de entender que, además de la reconstrucción económica que se está fraguando con indudable acierto, es preciso empezar a acometer una gran revolución moral que cosa las fracturas sociales y nos devuelva el sentido social que sale perturbado de la experiencia de la pandemia.