‘Lost in taslation’, ¿el mismo idioma?

Características. En cualquier lugar del mundo, vaya donde vaya, identificará a un chileno si le oye pronunciar una de esta tres simples palabras: «wueón», «cachar» (entender o comprender) y «al tiro» (al instante)
 

05 diciembre 2020 06:16 | Actualizado a 04 enero 2021 09:33
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Para no aburrirles con la política chilena -ya arrastran suficiente cruz con la española y la catalana-; apenarles aún más si cabe con la Covid y amargarles la Navidad por si podrán celebrarla o no y Dios sabe con quién y con cuántos, y, además, no marearles con fases de apertura, encierro, cuarentenas, cordones sanitarios y controles policiales, me propongo animarles un poco con las sorpresas que depara instalarse en un país que uno cree asimilable a España por el simple hecho de, en teoría, hablar la misma lengua.

El idioma oficial de Chile es el español o castellano, como ustedes prefieran. Resido aquí desde hace más de un año y todavía se me escurren algunos modismos chilenos y algunas expresiones típicamente españolas que por estos lares suenan groseras o, realmente, ininteligibles. En Chile, por ejemplo, desconocen el significado de palabras tan habituales para nosotros como «mindundi» o «chapuza» y, aunque uno afine la búsqueda, no hallará un término similar. Sin embargo, en el día a día traicionan lo que en inglés entendemos como falsos amigos. 

Aquí todo lo que sirve para escribir es un lápiz, sea de carbón, de madera, de tinta, Bic Naranja o Bic Cristal

Aquí todo lo que sirve para escribir es un lápiz, sea de carbón, de madera, de tinta, Bic Naranja o Bic Cristal. Al taco de la pared le llaman tarugo; el taco, por el contrario, es el atasco de tráfico con el que me topo cada día en la autopista, pero si me demoro sólo quince minutos en llegar a la oficina resulta que la ruta está «expedita». Y la bombilla (ampolleta) sirve para sorber líquidos como nuestra pajita o caña, que para ellos es la típica resaca tras una noche de «carrete» (juerga).

En Chile uno jamás se levanta o se acuesta a las «seis y pico»; tampoco las cosas cuestan «dos millones y pico», los heroinómanos no se meten un «pico» y, por muchos contagiados que haya por coronavirus, nunca alcanzaremos el «pico» de la pandemia. Tan sencillo porque aquí pico significa pene.

A los españoles nos consideran rudos en la expresión verbal porque, afirman, hablamos con muchos «garabatos». Por ejemplo, decimos «culo» (poto o colita), mierda (caca o mugre) y de cada diez palabras dos de ellas se repiten: puta o joder. 

En cambio, en Chile, el «wueón» (huevón), sirve para definir a una persona (hola wueón; cómo estás wueón), también puede utilizarse como un verbo (no me wuevees) o un sustantivo (¡vaya wueá!).

En cualquier lugar del mundo, vaya donde vaya, identificará a un chileno si le oye pronunciar una de esta tres simples palabras: «wueón», «cachar» (entender o comprender) y «al tiro» (al instante).

Acá, la radio no tiene «oyentes», sino «auditores». Vamos, como los de Deloitte. Los «maestros» son carpinteros y no profesores. Las reuniones se celebran siguiendo una «tabla», no el orden del día, y al supermercado se va a comprar paltas (aguacates), zapallo (calabaza), su variedad italiana (calabacín), frutillas (fresas), porotos verdes (judías) o trutros (muslos de ave). Al final no se paga la cuenta, sino que se «cancela». Y en Chile, el agua sale de la «llave», no del grifo.
Sin embargo, lo que más me asombra son las frases hechas. Los chilenos, en eso, agudizan el ingenio hasta la médula. Intento anotarlas todas en mi celular (móvil). La que encabeza la lista es «darse una manita de gato», que significa arreglarse para que uno «luzca» mejor y no parezca un desaliñado. La segunda es el modismo para definir al típico «bocazas». Y ahí es cuando me quito el sombrero y les hago reverencias. «Ese es un sanguchito de palta» o sea un bocadillito de aguacate, porque al apretar el pan o darle un mordisco el producto se desparrama irremediablemente por los bordes. Y en la tercera posición aparece la expresión tras superar una temporada larga sin practicar sexo: «Romper la sequía goleadora».

Si alguna vez un chileno le suelta: «me mataste» o «¡qué seco eres!», no se ofendan. Le estarán halagando. Y mucho

Aunque poco a poco, y a base de tratar con chilenos y salirse de la burbuja de los expatriados, las peculiaridades del habla chilena se me resisten menos, nunca me acostumbraré a su forma de sustantivar o nominalizar los verbos. De golpear -golpiza-, de entretener -entretención-, de mantener -mantención- o de financiar -financiamiento-. Y así, un largo etcétera.

Finalmente, un consejo. Si alguna vez un chileno le suelta: «me mataste» o «¡qué seco eres!», no se ofendan. Le estarán halagando. Y mucho. 

* Periodista. Natural de Gandesa, Josep Garriga empezó como periodista en el Diari de Tarragona. Tras casi dos décadas en ‘El País’ ahora trabaja como consultor de comunicación en Chile.

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