Lufthansa no controla a sus pilotos

La tragedia en los Alpes ha hecho perder mucha credibilidad a Alemania, siempre orgullosa

19 mayo 2017 23:10 | Actualizado a 22 mayo 2017 21:17
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Lufthansa no controla a sus pilotos, pues en caso contrario no hubiera volado como copiloto en un Airbus 320 Andreas Lubitz, quien estrelló «voluntariamente», según el fiscal de Marsella, su avión en los Alpes, tras encerrarse solo en la cabina de mando.

Lufthansa dijo que el piloto «estaba al cien por cien en condiciones de volar» y dijo también que sus análisis médicos y psicotécnicos a los pilotos «son los mejores del mundo». El piloto de 28 años, Andreas Lubitz, resulta que tenía tratamiento psiquiátrico y además, para más inri, tenía un problema en la vista que le hubiera impedido volar. Todo eso lo escondió el piloto alemán, en plantilla de la filial de Lufthansa, Germanwings, desde hacía tres años.

La policía ha encontrado psicofármacos en su casa, y su exnovia, cuyo nombre no interesa en este escrito, ha declarado que tenía flujos megalómanos, como que quería ser una persona importante, un actor mundial, una persona que la historia debería recordar. ¿Y nada de eso fue detectado por la compañía de bandera alemana? Tendrán que revisar sus métodos de control médico y psicológico de sus pilotos. A lo mejor anda otro enfermo mental suelto a bordo de algún Airbus de Lufthansa. La compañía debería decir algo al respeto.

Lufthansa tendrá que revisar pronto sus controles médicos y psicológicos a los pilotos en atención, no solo a los 149 muertos provocados por el piloto enfermo de la mente y de la vista, Andreas Lubitz, sino en atención también a todos los pasajeros que vuelan y volarán en esta compañía y sus filiales a partir de ahora.

Ahora ya sabemos la causa del accidente, o al menos la hipótesis más creíble: la megalomanía del copiloto y su miedo a perder su empleo si se descubrían sus enfermedades, escondiendo los partes médicos y los psicofármacos.

Ciertamente que hay un problema económico relacionado con las aseguradoras de la compañía Lufthansa, con el fin de determinar las causas últimas del crash del avión A320 en los Alpes. Sin embargo la economía no debe ser preminente cuando todos los días esta compañía transporta millares y millares de pasajeros por todo el mundo.

La constructora del Airbus respiró profundamente cuando conoció la presumible causa del gravísimo accidente, pues en Europa el Airbus es considerado un avión seguro y es el más utilizado en vuelos continentales. El miedo a volar, cuando se supo el accidente, se multiplicó por cien, al saber que era un Airbus el que había caído en los Alpes.

La rapidez en encontrar las caja negra y la rápida declaración del fiscal de Marsella sembraron una gran tranquilidad a todos los viajeros que utilizaban el Airbus en los próximos vuelos, los cuales se multiplican estos días por Semana Santa.

Uno de los problemas dolorosos que crea este accidente es que la investigación durará muchos meses. Es una ventaja que esta investigación corra a cargo o esté dirigida por las autoridades francesas, las cuales cuidarán mucho de hacerlo bien en beneficio de sus relaciones con Alemania.

Mientras tanto, los familiares de las víctimas deberán esperar y no podrán dejar de mantener viva la imagen del accidente que tanto los medios como la actividad judicial les recordará una y otra vez. En España no se podrá olvidar a los 50 pasajeros españoles que viajaban de Barcelona a Düsseldorf. También durísimo es para los padres del copiloto autor de la masacre, así como para la última novia de éste que se ha refugiado con sus padres en un lugar desconocido en Alemania.

A partir de ahora –lo anuncian ya estos días en todos los vuelos de las compañías europeas– ya nunca más irá solo un piloto en la cabina del avión. Nunca hubiera tenido que ir sola una persona en la cabina como establece la aviación norteamericana. Esto significa que las directivas europeas sobre vuelos continentales deberán someterse a revisión para garantizar una mayor seguridad a los pasajeros.

Esta tragedia en los Alpes ha hecho perder mucha credibilidad a Alemania, orgullosa siempre de que todo lo hace bien y que sus métodos son inapelables. Una cura de humildad para los germanos no va mal de vez en cuando, pues son tan vulnerables como los demás, aunque no lo quieran reconocer.

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