Mánchester, terror sin límites

Estamos en una guerra en la que las armas convencionales no sirven para eliminar al enemigo. Seguimos sin saber qué hacer

23 mayo 2017 19:26 | Actualizado a 25 noviembre 2020 13:49
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Cuando pensábamos que el horror había rebasado los límites imaginables, un nuevo atentado suicida, proyectado para matar a niños y adolescentes, nos advierte cruelmente que la locura fanática es infinita. Si era imposible encontrar justificación a las masacres indiscriminadas de París, a la embestida con un camión contra la muchedumbre en Niza,  en el mercadillo navideño de Berlín o en Estocolmo, al ametrallamiento de viajeros en los aeropuertos de Bruselas y Estambul... cuando pensábamos que el terror no podía ser más perverso y más retorcido, un suicida, presuntamente británico de origen libio, de apenas 22 años, se revienta en medio de un concierto y se lleva con su vida la de 22 personas, la mayoría adolescentes y niños que habían acudido a presenciar la actuación de la estrella estadounidense del pop Ariana Grande. Entre el público estaban las hijas y la esposa de Pep Guardiola, que salieron ilesas. Todos somos el objetivo del terrorismo fanático. Nadie está a salvo cuando se trata de matar por matar, cuando no hay más finalidad que hacer el mayor daño posible. La policía investiga si el autor material del atentado contó con más cómplices mientras el autodenominado Estado Islámico ha reivindicado la matanza a través de uno de sus medios de propaganda. Es evidente que estamos librando una guerra en la que no sirven los métodos convencionales para eliminar al enemigo. Seguimos desconcertados y aturdidos.Estamos en una guerra en la que las armas convencionales no sirven para eliminar al enemigo. Seguimos sin saber qué hacer

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