Mas, surf y fracaso

Que hay que cumplir la ley es una obviedad que resulta revolucionaria

19 mayo 2017 22:13 | Actualizado a 22 mayo 2017 14:44
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La brillante idea de Artur Mas, consistente en comprarse una tabla de surf para subirse a la ola soberanista recién avistada y que no podía dejar de liderar, porque él lo vale, ha llevado no solo a la fractura social intramuros de Cataluña, también ha supuesto un destrozo en las relaciones con el resto de los españoles que queremos seguir juntos y, a ser posible, revueltos en afectos, afinidades y afanes.

Presentado a sí mismo como gran conocedor del terreno catalán, el muy liberal Mas se ha convertido en una máquina de perder elecciones; comicios convocados con anticipación con la seguridad de que servirían para mejorar los resultados de Convergencia, de casada CiU, y que se han traducido en una lioflilización de los poderes de Mas.

No deja de ser chocante que Mas se presente ahora en el número cuatro de su propia lista, lo cual da idea de lo poco convencido que está de ganar y de su idea tacticista de las cosas: si pierde, la culpa será de Raül Romeva, persona razonable antaño, que le ha dado la vuelta al concepto leninista de tonto útil y se ha convertido, siendo él mismo comunista eurodiputado, en compañero de viaje del bribón patriótico, en colega para ir ahora al precipicio de la mano de un liberal empeñado en cargarse la sanidad pública, por ejemplo. Si pierde, dirá el número cuatro que este eurocomunista Romeva, con estética Varufakis, es un desastre. Si gana, Más podrá hacerse un yoya; es decir, yo ya os dije que me hicierais caso, que yo controlo. Si gana, aunque sea por muy poco, seguirá enredado en el fracaso por el que apostó al comprarse la tabla surfera. Conclusión, no cabe idea más decente que la movilización desde ahora de todos los catalanes, de todas las catalanas que con el corazón y la cabeza, sean del Barça, del Espanyol, del Sabadell arlequinado o del Club Natació Atlètic-Barceloneta, estén convencidos de que nos va mejor juntos que mal avenidos. Ya no estamos en el momento de apelar al diálogo, a las conversaciones, a la política, al buen rollito; liberal Mas surfea en una ola que le llevará al batacazo si los ciudadanos catalanes consiguen establecer lo obvio en la urnas: nos va mejor juntos.

Por eso es muy importante que los ciudadanos catalanes lleguen a la conclusión de que depende de ellos seguir en un estado razonablemente criticable o lanzarse contra el muro de un delirio.

El rey Felipe VI ya ha dicho que hay que cumplir la ley, obviedad que resulta revolucionaria en este momento del partido. Tiene su gracia que los votantes que se engloban bajo la marca Barcelona en Comú -Podemos y otros en el macizo central-, puedan ser decisivos a la hora de establecer que Cataluña sigue siendo tierra de acogida de escritores latinoamericanos.

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