Máxima prudencia: hoy entramos en fase 1

Camp de Tarragona y Ebre entran hoy en fase 1. Es imprescindible mantener las medidas de seguridad e higiene y no confiarnos

11 mayo 2020 11:14 | Actualizado a 13 mayo 2020 18:51
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Es manifiesto, por las actitudes, por los gestos, por las decenas de personas que vemos en las calles de Tarragona, que después de siete semanas seguidas de confinamiento, la gente común, el tarraconense medio que trabaja y sobrevive con los apuros propios de la clase media, ya no quiere seguir enclaustrado. A estas alturas, el miedo al contagio podría no ser ya suficiente motivo para el sacrificio del aislamiento puro y duro, que deprime y altera. Por añadidura, miles de trabajadores están lógicamente inquietos por el incierto futuro que les aguarda tras la gran conmoción, por sus deudas y por el fantasma del desempleo que planea sobre toda la clase trabajadora, diga lo que diga el gobierno. Más rechazo experimentan todavía los jóvenes, que se saben casi del todo inmunes a la enfermedad y que echan de menos el fulgor de la ciudad, la diversión gregaria. Según se va reduciendo el número diario de contagios, la muerte adquiere una extraña trivialidad y decrece el apoyo a la necesidad del confinamiento.

La cuestión no es sin embargo banal, y conecta con la capacidad humana de relativizar las cosas poniendo en tensión mecanismos psicológicos de defensa. Si en circunstancias normales alguien advirtiera de que han muerto intoxicadas en España diez o doce personas por un producto sin identificar, cundiría el pánico. Y sin embargo, hemos aprendido a convivir con la mayor tranquilidad con un virus que todavía mata a centenares de ciudadanos cada día, mientras la sociedad se sume en una especie de inexplicable indiferencia. 
Las regiones sanitarias del Camp de Tarragona y Terres de l’Ebre entran hoy en la fase 1, que alivia considerablemente el confinamiento. Prácticamente toda la provincia (quedan fuera Cunit y algunos municipios de la Conca de Barberà) da un paso hacia lo que se ha denominado nueva normalidad. Es más necesaria que nunca la prudencia. El virus aún sigue en nuestras calles. Es imprescindible que sigamos manteniendo las medidas higiénicas y de distanciamiento social. Nos va la vida en ello.

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