En 1919, Edward G. Honey, un soldado australiano que luchó con los británicos en la Primera Guerra Mundial, propuso que el 8 de mayo, primer aniversario del armisticio, se guardaran dos minutos de silencio en memoria de los muertos.
El hecho se volvió costumbre con la variación de reducirse el silencio a un minuto. Se observa en conciertos, campos de fútbol y en todas partes.
Ayer fue en el Congreso por el inesperado fallecimiento de Rita Barberá.
Se ausentaron los diputados de Podemos, argumentando que no querían homenajear a un corrupto. Dejando aparte de que quien ha sido alcaldesa de Valencia durante 24 años, con cinco mayorías absolutas, era juzgada pero aún no había sido condenada, la actitud del nuevo partido revela mezquindad.
Es la mezquindad de anteponer ideología a persona, la de no perdonar ni en la muerte. Buscando ser los más puros, resultan ser los más fríos.