Moscú entra en escena en Siria

19 mayo 2017 21:39 | Actualizado a 22 mayo 2017 12:04
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Sólo dos días después del encuentro Putin-Obama del lunes en Nueva York, la fuerza aérea rusa llevó a cabo ayer sus primeros bombardeos contra lo que Moscú describe como «bases terroristas» y algunos observadores tienen por posiciones de la oposición convencional -y pro-occidental- al presidente Al-Assad. Aunque Putin había obtenido el exigido aval parlamentario para lanzar acciones militares en el exterior, llama la atención la rapidez con que las ordenó y cómo las ubicó en la nebulosa jurídico-política que rodea el esfuerzo internacional contra los islamo-terroristas mientras apoya a los insurgentes anti-Assad. Washington examina qué hacer con la súbita aparición de Moscú en el escenario en una doble dimensión, política y militar. Las dos partes se necesitan porque comparten intereses comunes y la ocasión lo vale. La inolvidable y fracasada intervención rusa en el Afganistán de los ochenta permite suponer que la operación en marcha será limitada, pero indica que Putin apoyaría in extremis a la minoría alauí (la comunidad del régimen y clan de los Assad) si, en último caso tuviera que retirarse a su feudo del norte, la provincia de Latakía. ¿Salvar a Al-Assad a cuenta de contar con él y su poderoso aliado ruso contra el califato terrorista? Tal es el dilema de Washington, y los indicios apuntan a que el pragmatismo hará el milagro, con un calendario pactado, y aunque, como dice el viejo aforismo, haya que cerrar un ojo y la mitad del otro.

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