Mucho circo y poco pan

La que han liado. Si alguien pensaba que este era un país mínimamente responsable, que habíamos superado aquello de la charanga y la pandereta que tanto nos caracterizó, se estará dando cabezazos contra la pared.

Había cierto consenso en la sociedad en que, aunque todavía esto no ha terminado y no estamos exentos de una cuarta ola –nuestro comportamiento en Semana Santa lo decidirá–, ahora que comenzamos a ver la luz al final del túnel y la vacunación –aunque más lenta de lo que sería deseable– avanza, urgía recuperar la normalidad reparando en cuanto sea posible todos los daños y trastornos que la pandemia ha causado en todos los órdenes de la vida.

Sí, tocaba encarar y propiciar la reconstrucción. Un reto de enormes proporciones que exige cierta unidad. Claro que esto era lo que pensaba la sociedad, ilusa de ella; la clase política va por otro lado; ellos están más pendientes de darnos más circo que pan. Quizá porque sean mucho mejores con el espectáculo, por muy bochornoso que sea, que en propiciar las condiciones para que los ciudadanos tengan su pan de cada día. Quizá porque no den para mucho más. O quizá porque les importe más su circo que nuestro pan.

Sí, porque para ellos lo primero son ellos. Es obsceno el show que están dando cuando aún contamos los muertos por cientos, cuando los hospitales están llenos de pacientes, cuando miles de empresas y autónomos han quebrado y otros miles no saben si seguirán vivos el mes que viene, cuando las colas del hambre son cada día más largas… Y lo peor es que les seguiremos votando para que sigan ofreciéndonos tanto circo y tan poco pan.