Náusea

Viernes 14 de julio de 2017. Un nuevo día de infamia. Una nueva jornada de ejecución pública envuelta en hipócritas palabras

15 julio 2017 09:44 | Actualizado a 21 julio 2017 09:20
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Cual Robespierre a la gerundense, el president de la Generalitat, Carles Puigdemont, aprovechó el aniversario de la Revolución francesa para guillotinar a dos de los consellers más preparados del Govern –Jordi Jané y Meritxell Ruiz– y, de paso, humillar una vez más a la demarcación de Tarragona. Náusea.

El sacrosanto Govern referendumadicto que ha de llevarnos al Paraíso independentista no contará con un solo conseller tarraconense. De los 14 miembros del Govern (presidente, vicepresidente y doce consellers) hay un madrileño de nacimiento (Raül Romeva), dos gerundenses, una leridana y diez barceloneses.

¿Indepes de segunda?

«Eso no importa en momentos como los que vivimos. El equilibrio territorial es totalmente secundario», dirán los indepes. Pues sí, si que importa. No, no es secundario. ¿Qué puede esperar la demarcación si ante un reto de tal magnitud no se confía en nadie de Tarragona? ¿No hay un ningún mártir tarraconense dispuesto al sacrificio puigdemonita? ¿O es que el President mira por encima del hombro y cree que los tarraconenses no estamos a su altura? ¿Los secesionistas de Tarragona son de segunda? Náusea. 

En la despedida a los consellers autoinmolados, Puigdemont les peloteó hasta la saciedad. Sólo le faltó elevarlos a los altares. Que si han sido leales, honestos, buenos gestores, pacientes, dialogantes... Hipocresía. Náusea.

Corre, Pelli, corre... que los cupaires exigen ‘poner orden’ en los ayuntamientos

El suicidio-ejecución de Jané, Ruiz y Neus Munté fue jaleado por los cupaires. Sedientos de sangre impura, piden más guillotina para los no fanáticos, para aquellos que se atreven a pensar por sí mismos. Náusea.

Que se prepare Carles Pellicer. Pelli, escucha a los cupaires: «Hay que poner orden en los ayuntamientos y en las estructuras territoriales (...) Deben dar un paso al lado aquellos alcaldes que hablan de callejones sin salida y que expresan dudas». Y se creen demócratas. Náusea.
Un Rajoy que se movía como un pez en el agua entre Florentino Pérez y la demás pandilla de constructores, presumió, una vez más, de querer dialogar. Me echo a temblar de la emoción. ¿O es el efecto del Castor? Náusea.

Su vocero, el ministro Iñigo Méndez de Vigo, soltó que «una inmensa mayoría de catalanes se siente de su pueblo, españoles y europeos» y que el Gobierno «hará acopio de paciencia». ¿Paciencia? ¿El PP? Náusea.

Y el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, acusó a Pedro Sánchez de entregarse otra vez «al nacionalismo del PSC» sólo por intentar buscar una solución intermedia. Rivera, el frentista. Náusea.

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