Negociaciones después del 27-S

En lo que llevamos de año las autonomías han recibido 22.110,38 millones de euros del FLA

19 mayo 2017 21:48 | Actualizado a 22 mayo 2017 13:01
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La actual inestabilidad en Catalunya es la consecuencia directa de los planteamientos políticos dirigidos por el partido gobernante que acaba de quedarse sin coalición, Convergencia Democrática de Catalunya (CDC), y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). Así las cosas, el inversor extranjero ha reducido considerablemente su exposición a la deuda de la Generalitat de Catalunya, desde que el President Artur Mas anunciara las líneas generales del programa independentista.

La rentabilidad del bono de la Generalitat, con vencimiento en febrero de 2020, ha disparado su interés un 40%, al pasar del 2,307% al 3,232%, desde el mismo momento en el que el presidente de la Generalitat de Catalunya esbozara toda la artillería del 27-S. Los inversores extranjeros no quieren problemas y ante el sombrío panorama político catalán, se están deshaciendo masivamente, cuanto antes, de la deuda autonómica. Lo mismo está ocurriendo con los títulos a más corto plazo, los que tienen sus vencimientos en 2016 y 2018.

En cuanto a la prima de riesgo, es decir, el diferencial en puntos básicos entre el bono del Estado y el de la Generalitat a cinco años, se ha disparado de 153 a 231 puntos básicos desde el pasado 20 de julio. Y no deja de ser significativo que la deuda de otras comunidades autónomas con ráting bajo, como la Comunidad Valenciana o Andalucía, apenas se ha movido, lo cual pone claramente de manifiesto que es la incertidumbre política existente en Catalunya la que está provocando esa problemática situación de desajustes.

Pero para esa compleja situación existe el salvavidas del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA), no para liquidar sino para insuflar tesorería a las arcas vacías. En lo que llevamos de año las autonomías han recibido 22.110,38 millones de euros del FLA. La Generalitat de Catalunya ha sido la comunidad más beneficiada, con un montante de 5.270 millones de euros.

Lo anterior ha originado, como consecuencia directa, el que el Estado posea ya el 50,31% de la deuda de la Generalitat de Catalunya, unos 32.661 millones de euros de un total de 64.792 millones. Según el Banco de España, el Gobierno español es el primer acreedor de la administración catalana. El Gobierno de Mariano Rajoy ha financiado a Catalunya no solo a través del FLA, sino también por medio del plan de pago a proveedores.

El consejero catalán de Economía y Conocimiento, Andreu Mas-Colell, propició la puesta en marcha de los denominados hispabonos, unas emisiones conjuntas de deuda del Estado y de las comunidades autónomas, con la garantía del Tesoro Público, pero esta opción hasta el momento no ha llegado a ponerse en marcha. Con el FLA y el plan de pago a proveedores, la evolución del pasivo en Catalunya, en tan solo tres años, ha aumentado considerablemente. En el año 2012, el Estado poseía 2.020 millones de euros de la deuda de la Generalitat y tres años después, según los últimos datos disponibles del Banco de España, el pasivo asciende a 32.661 millones de euros. El resto del endeudamiento catalán corresponde a préstamos de instituciones financieras nacionales y de entidades internacionales.

Mas-Colell ha declarado que la dependencia de la Generalitat de Catalunya con el FLA hace que, en la práctica, la administración catalana esté intervenida. Artur Mas, por su parte, ha invitado al Gobierno a sentarse a negociar con Catalunya después de las elecciones del 27S, señalando que «Catalunya tiene un endeudamiento de 60.000 millones de euros, si fuéramos independientes tendríamos una de las deudas más bajas de la Unión Europea (UE), a no ser que el Estado quiera pactar, porque una buena parte de la deuda, la del Estado español, recaería en nosotros».

Conviene recordar las históricas manifestaciones, a principios del siglo XX, de Miguel de Unamuno, que acostumbraba a llevar chaleco y gafas de bonzo chino, nombrado y destituido en tres ocasiones rector de la Universidad de Salamanca, una de ellas por un enfrentamiento con el franquista general legionario y procurador en Cortes, José Millán Astray. Unamuno estuvo tres semanas en Barcelona en 1906 y en una entrevista periodística denunciaba la obsesión catalana por la política y ya se refería, con contundencia, a lo que el denominaba el desafío del nacionalismo catalán.

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