Ni un paso atrás en la protección de la mujer

Un nuevo asesinato de una mujer es el aviso macabro de que no puede haber dudas contra la violencia de género

 

04 enero 2019 17:26 | Actualizado a 04 enero 2019 17:29
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Poco se ha tardado en constatar las consecuencias que puede acarrear la irrupción de la extrema derecha en las instituciones de poder. Su catálogo ideológico no es ninguna broma, ni propugnan principios trasnochados simplemente para provocar o para aprovechar el creciente malestar de la población con los partidos mayoritarios. La primera demostración de lo que nos puede venir encima si se da pábulo a estas formaciones de reciente éxito electoral lo acabamos de tener en las negociaciones para la formación de gobierno en Andalucía. Una de las exigencias del partido que lidera Santiago Abascal ha sido exigir la retirada de las leyes de lo que ellos consideran «el feminismo supremacista y el totalitarismo de género». Mal día han escogido para sembrar dudas sobre la lacra social que implica la violencia de género. En la localidad cántabra de Laredo, una mujer de 26 años moría a manos supuestamente de su compañero. La primera víctima del año causada por la violencia machista no ha sido la única noticia que ha sacudido nuevamente a nuestra sociedad. No menos es la indignación que ha levantado la decisión de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Navarra de mantener en libertad provisional a los cinco miembros de la Manada, condenados a nueve años de prisión por abusos sexuales en los Sanfermineis del 2016. Dos magistrados frente a uno han considerado que no hay razones suficientes para modificar su situación y ven «endeble» el riesgo de fuga de los condenados. La secretaria de Estado de Igualdad, Soledad Murillo, ha lamentado lo «barato que sale la violación en grupo». La lucha contra la violencia de género tiene numerosas lagunas, la principal y más difícil de combatir es la mentalidad social atávica del dominio machista sobre la mujer. Es evidente que no lograremos superarlo sólo con leyes y con la aplicación firme y estricta de las sentencias. Pero supondría un grave paso atrás dar pábulo a argumentos trasnochados por el mero egoísmo de sumar un puñado de votos para alcanzar el poder.

 

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