No fabricamos flores

Debe haber química con los vecinos aunque ´aquí en Tarragona no fabricamos flores´.

19 mayo 2017 22:34 | Actualizado a 22 mayo 2017 17:58
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Dado que es un alquitrán con olor a perros, si alguien te dice que eres como una mujer perfumadita de brea, no te molestes. Sólo quiere insinuar que eres caprichosa pues durante siglos los barcos de madera se calafateaban con esa sustancia viscosa y el mar Mediterráneo desprendía su olor. Hoy esa mujer es ‘Barbie girl in a plastic world’, pues aparece rodeada por el complejo petroquímico que fabrica la mitad del plástico de este país.

La estrecha relación de Tarragona con el petróleo se inició en tiempos de Franco a través de una empresa americana de investigación South Eastern Distribution Company (SEDCO) y cada mañana nos la recuerdan los petroleros que anclados nos sirven de veleta y contaminan lumínicamente la vista. Más allá, si ha saltado el mestral, puedes avistar la plataforma Casablanca de donde se extraen 8.000 barriles diarios de los pozos Boquerón, Rodaballo, Dorada, Chipirón o Lubina... y que representan el 95% del crudo que se extrae en España.

El primer pozo se llamaba Chaparral y estaba donde se encuentra el Castor, pues antes de que comenzara a temblar la tierra querían convertir el yacimiento expedito en un depósito de 1.900 millones de metros cúbicos de gas natural. Aunque el petróleo se conoce desde hace nueve mil años y los asirios lo usaban para unir ladrillos, en los SEAT 600 no había plástico y la masiva producción actual es relativamente reciente. La petroquímica de Tarragona vino de la mano de la petrolera, a la que siguió la refinería, y a ella, el etileno, y luego las bolsas hasta completar la casi treintena de empresas que forman el cluster (racimo) y emplean a diez mil trabajadores directos.

En el siglo XX el oro negro se ha convertido en el motor del planeta desde una perspectiva geopolítica y ha sido decisivo en las contiendas armadas de Angola, Paraguay, Guatemala, Ecuador-Perú, Argelia, Congo, Nigeria, Sudán, Afganistán, Chechenia, Irak o Libia. También está detrás de que en Venezuela te maten para robarte un pollo.

En los ’40, los Estados Unidos dejaron de ser autosuficientes y hace sólo una década temían seriamente su declive por la contracción de sus recursos energéticos. Sin embargo, gracias al petróleo y gas de esquisto que se extrae por el método llamado fracturación hidráulica en formaciones de pizarra de Dakota del Norte, han adelantado a Arabia Saudita en petróleo y terminarán por desbancar a Rusia en gas. Estados Unidos ha perdido interés por Oriente Medio y quiere centrarse en China, pero hace sólo unos meses se inició una guerra provocada por los árabes que me explicó un físico nuclear tomándose un café solo, largo, americano. Mientras mi amigo echaba sobres de azúcar, decía que el petróleo se clasifica en dulce y ácido por el refinamiento que se necesita para liberar el azufre. Y después de revolverlo y beberlo, me explicó que no es lo mismo extraer aceite de roca ligero, que una sustancia densa extrapesada, como si la cuchara fuera una pala, y el poso de la taza un pozo de chapapote.

Efectivamente la ofensiva de los petroprecios no consiste en cuánto crudo tienes sino a cuánto te cuesta extraerlo, y gana quien arruina al contrario. En Arabia y Norte de África, entre 10 y 25 dólares, los americanos pagan entre 50 y 100, y contra las indicaciones de la OPEP, los árabes inundaron el mercado de crudo barato bajándolo muy por debajo del umbral de rentabilidad del fraking.

La cotización del barril influye directamente en los precios de los neumáticos, de las pizzas a domicilio, de la demanda de vino, en la cotización del euro frente al dólar, en la factura de la luz de los mercados spot o en que limitaran la velocidad en las autopistas a 120 Km/h. La especulación produce almacenamientos en tanques y perniciosos efectos medioambientales como el bunkering. Y aunque algún ingenuo podría pensar que en esta lucha por la supremacía mundial -que paradójicamente juega con los futuros- se está concienciado con el calentamiento global, las grandes petroleras más bien están aguardando el deshielo del casquete polar ártico para poder perforar donde ahora no es rentable.

Como todo el mundo sabe, el petróleo son detritos de organismos acuáticos que vivían en océanos, mares, lagunas o desembocaduras de los ríos, y que después de usarlo convertimos en sopas de plástico flotantes del tamaño de naciones. Así que de vez en cuando aparece una ballena varada con 57 plásticos diferentes y 20 kilos de sus antepasados en el estómago, casi siempre en playas cercanas a los nuevos mares de invernaderos. Cada kilómetro cuadrado de agua contiene 18.000 piezas que representan un 15% del total acumulado. El resto regresa al fondo marino.

Para alinear una ensalada o aderezar una hamburguesa necesitamos dos bolsitas equivalentes a un langostino antediluviano, pero qué sería de nosotros si no fuera como dice la canción de Aqua, ‘Life in plastic. is fantastic’. En fin, que hablando de perfumes y parafraseando al jefe de comunicación de la AEQT, debe haber química con los vecinos aunque ‘aquí no fabricamos flores’.

Mi opinión es que deberían emplazar el Primer Museo europeo en la antigua sede del Banco de España, daría testimonio simbólico de lo que ha sido, es y será esta zona, pero como dijo el concejal Tarrés, ‘un museo muy sensorial para que el visitante se sienta realmente rodeado por la Química, como pasa en la realidad’.

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