No nos podemos permitir perder el suelo

Si queremos asegurar la supervivencia futura de la humanidad, es necesario que lo conservemos, porque sin él no sería posible la producción de alimentos

07 julio 2021 09:21 | Actualizado a 07 julio 2021 09:27
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El 7 de julio se celebra el Día Internacional de la Conservación del Suelo. Este recurso natural puede que no luzca tanto como un bosque verde ni parezca tan vital como el agua dulce. Pero lo cierto es que la tierra, a pesar de su aspecto áspero y austero, es igual de esencial para sostener la vida en nuestro planeta.

Los suelos son un recurso natural esencial y no renovable que proporcionan bienes y servicios vitales para los ecosistemas y la vida humana. Son fundamentales para la producción de cultivos, piensos, fibra, combustible y filtran y depuran el agua. Aproximadamente el 95% de los alimentos mundiales se producen en el suelo. Este proporciona nutrientes, agua y minerales para las plantas y los árboles, almacena carbono y es el hogar de miles de millones de insectos, pequeños animales, bacterias y muchos otros microorganismos.

Si queremos asegurar la supervivencia futura de la humanidad, es necesario que lo conservemos, porque sin él no sería posible la producción de alimentos y ¿cómo subsistiría la sociedad?

El último Informe sobre el Estado de Suelos en el Mundo (FAO, 2015) muestra que los suelos están sufriendo diferentes procesos de degradación (hasta el 30% de la superficie terrestre), pero a la vez son uno de los factores clave en la mitigación de los efectos del cambio climático y en la seguridad alimentaria. Sin embargo, la falta de conciencia que la sociedad en general tiene del suelo como recurso finito hace que sea difícil proponer políticas o mecanismos que lo tengan como objeto de gestión. Con todo, el suelo es el reservorio terrestre de carbono más grande del mundo y ayuda a regular las emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero, fundamental para regular el clima.

Los principales procesos de degradación de suelos a escala mundial son: el desequilibrio (déficit) de nutrientes, la acidificación, la pérdida de biodiversidad, la compactación, la contaminación, la erosión, la pérdida de materia orgánica, la salinización y sodificación, el sellado por urbanización y el encharcamiento. Cuando estos procesos están provocados por la actividad humana causan una disminución de su calidad y potencial para producir biomasa (alimentos, fibras, combustibles, forrajes) y, por tanto, hipotecan la disponibilidad de estos bienes para generaciones futuras. 

El manejo sostenible de los suelos es la base para abordar la erradicación de la pobreza y el desarrollo agrícola y rural, los cuales garantizan la seguridad alimentaria y mejoran la nutrición, elementos directamente relacionados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). En este sentido, los ingenieros agrónomos son agentes activos y responsables de asegurar la conservación de los suelos ya que tienen los conocimientos necesarios para comprender el funcionamiento de los agrosistemas y para prever las consecuencias de determinadas prácticas de manejo si no se llevan a cabo de la manera adecuada (fertilización, riego, trabajo del suelo, tratamientos, etc.), específicas de cada lugar.

Por ello, en línea con las prácticas de manejo sostenible de los suelos fijadas por la FAO (2017), el Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Cataluña (COEAC) promueve  y acompaña a los profesionales en la gestión sostenible para conseguir que la erosión del suelo por el agua y el viento sea mínima; que su estructura no se degrade y permanezca estable; que tenga una cobertura superficial suficiente de plantas en crecimiento que lo protejan; que su almacenamiento de materia orgánica sea estable o crezca; que la disponibilidad y los flujos de nutrientes sean adecuados para mantener o mejorar su fertilidad y se reduzcan sus pérdidas hacia el medio ambiente; que su salinización, sodificación y alcalinización sean mínimas; que el agua se infiltre y almacene de manera eficiente para satisfacer los requisitos de las plantas y se garantice el drenaje de cualquier exceso; que los contaminantes estén siempre por debajo de los niveles tóxicos; que su biodiversidad proporcione una gama completa de funciones biológicas; y que su sellado se minimice mediante una planificación responsable del uso del territorio.

No olvidemos que la riqueza del suelo siempre ha sostenido nuestras vidas. Ahora es el momento de devolverle el favor.

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