Nuestros mayores

No se sabe por qué a algunos les gustan las películas de terror. Se conoce que no están atentos a los telediarios ni a los periódicos. Cuando cae la noche de los tiempos no puede verse nada claro, pero en Etiopía se ha descubierto el fósil más antiguo del que se tiene noticia. Los científicos aseguran que el hallazgo sitúa el origen del ser humano en 2,8 millones de años, pero no precisan si eso sucedió por la mañana o a media tarde. Algunos respetables representantes del alto clero, no conformes con creer que el mejor sistema para luchar contra la sequía es la oración, aseguran que todos los terrícolas provenimos de Adán y Eva, aquella pareja de desahuciados que jamás pudieron practicar el adulterio. Solo confían en la revelación como fuente de la verdad, lo que no deja de ser anómalo en un país que se declara aconfesional.

Bastante más reciente es la intriga que ahora nos ocupa. ¿Los huesos de Cervantes pertenecieron a Cervantes? ¿y los de la joven y sufrida Catalina de Salazar son los de ella? Los antropólogos forenses tienen la última palabra porque ellos no pueden decir ni pío. Aquel soldado de infortunio que nos enseñó a hablar era muy mal administrador y la ortodoncia no estaba descubierta. Al final, a las dificultades para comer se añadieron las de deglutir. El saqueo de la boca era total. Ya Azorín escribió de eso, pero ahora todos parecemos odontólogos.

Entre las ventajas que tienen estas curiosidades eruditas es que no siempre se hable de Bankia, ni de los ERE, ni del exhonorable Pujol, ni de Bárcenas, que sigue esquiando en las nieves de antaño. Estamos en el año electoralísimo y además lo que más nos importa es que nos pague Grecia. Eso nos interesa más que los alumnos «comprendan el origen divino del cosmos». ¿Dónde estaba la Nada cuando alguien levantó la mano derecha y dijo «hágase la Nada y la Nada quedó hecha»? De eso no sabemos nada.