Okupas

Es evidente que para ser un okupa hay que saber Derecho (yo creía que el Derecho era para otros)

16 junio 2017 10:03 | Actualizado a 16 junio 2017 10:12
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Hace un tiempo la prensa publicó un reportaje denominado “el mapa de la mafia ocupa en Madrid”. Se hacía eco de un informe de la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos (FRAVM) que calculaba que había más de mil pisos “okupados” por bandas violentas, que a su vez “alquilaban” los mismos por cantidades que oscilaban entre 200 y 300 euros, e que incluso llegaban a “venderlos” por cifras entre 2.000 y 3.000 euros. 

De todos los edificios “okupados” quizás el más famoso ha sido el “Tacheles” (una palabra que en yidish significa “hablar claro”). Construido a principios del siglo XX en pleno barrio judío de Berlín, en la célebre calle Oranienburger y muy cerca de la Friedrichstrasse y de la Gran Sinagoga, fue expropiado por los nazis y luego quedó integrado en la Alemania del Este. El 13 de febrero de 1990 fue ocupado por un grupo de artistas que llegaron a crear un espacio cultural, que comprendía más de 30 talleres, bares y espacios alternativos. Se convirtió en un lugar que era visitado por más de 300.000 turistas al año y fue declarado (seguramente con intención de protegerlo) monumento histórico. El “Tacheles” formaba parte del patrimonio de la ciudad y era en cierta forma una extravagancia en un Berlín que había dejado de ser comunista para integrarse en las potencias capitalistas. Algunos lo consideraban la Disneylandia del anarquismo.

En el año 1997 una compañía compró el edificio por 40 millones de euros y firmó un acuerdo con los “okupantes” por diez años, que les permitía permanecer en el lugar a cambio de un alquiler de 50 céntimos al año. En enero de 2009 venció el plazo establecido y se reivindicó la posesión por los nuevos propietarios. Los antiguos “okupas”, convertidos en una especie de arrendatarios, volvieron a estar al margen de la ley. “¿No queríamos espacios de libertad? Pues ya volvemos a ser ocupas; los próximos tres años serán los mejores desde hace tiempo” , decía uno de los dirigentes cuando se acabó la gracia de los cincuenta céntimos. Finalmente, el año 2012 el edificio fue desalojado y se terminó la “okupación”.

La Asamblea d´Okupas de Barcelona tiene una web muy detallada. Merece la pena la lectura de dos entradas (“Por qué okupamos: 5 Buenas razones” y “Les FAQ (frequent asked questions) sobre la okupación”). Hay que reconocer que nos les falta el sentido del humor, algo que seguramente habrán perdido hace tiempo los sujetos pasivos de la “okupación”.


Así entre las preguntas nos encontramos “¿Cómo has entrado?” Respuesta “Secreto profesional“. Es evidente que para ser un “okupa” hay que saber Derecho (yo siempre creía que el Derecho era para otros). Romper una puerta es un delito, decir que estaba abierta puede no serlo.
Otra con gracia. “Que harás cuando venga la Policía”. Respuesta: “lo primero de todo cerrar la puerta. Después hay diferentes estrategias para hacerles frente…y mucha creatividad”. Algunos portales más documentados estudian los diferentes tipos de respuestas jurídicas ante las Autoridades, lo que viene a demostrar, como siempre había sospechado, que los anarquistas son unos “tíos legales” (o unas “tías“).

El “okupa” sabe que todo es pasajero. Y así se preguntan: “¿Pero sabes que esta casa no es tuya?”. Respuesta: “Obviamente no tengo un papel que diga que esta casa sea de mi propiedad. Pero como le doy un uso y vida a una finca que estaba abandonada, de momento es mía”. Nunca se pierde la esperanza y así preguntan: “Qué harás cuando te echen fuera”. Respuesta: “Como dice el dicho popular: un desalojo, otra Okupación”. 

Como era de esperar, los “Okupados” han empezado también a organizarse o al menos pensar que se puede hacer si uno sufre tal situación. Han surgido webs alternativas que ofrecen consejos y recomendaciones para el desalojo “dentro de la ley”: en el fondo un nuevo estudio de las estrategias para burlar la ley. Curiosamente, nadie te confiesa que acudirá a la fuerza bruta, aunque desde luego a más de uno se le pasa por la cabeza. 

El fenómeno que motiva estas líneas es complejo y responde a causas distintas. Por de pronto, los expertos diferencian entre dos realidades muy distintas. Por una parte, el “okupa” de un edificio abandonado, cuya titularidad es pública o al menos societaria, con la finalidad de reivindicar una determinada filosofía social y con el propósito de destinarlo a una utilidad general: el ejemplo mas claro es el “Tacheles”. Por otra parte, el puro “ocupa” que busca simplemente una vivienda donde estar, aunque puede justificar esta toma de posesión acudiendo a los argumentos de los “okupas”. Entre unos y otros está el “asaltante profesional”, al que nos hemos referido al principio.

Les reconozco que el “okupa” me ha resultado simpático desde los tiempos de la Facultad; e inclusive les confieso que el otro día al ir notificar a un grupo que tenían que dejar la casa ocupada, me hubiera tomado unos “potes” con ellos en buena armonía. Pero no me engaño y no se engañen.

Cuando el “okupa” mantiene que es un pacifista cabal, se olvida que muchas veces no hay actitud más violenta que el simple pacifismo, que puede llegar a provocar la más extrema de las reacciones. Cuando reivindica la libertad, desconoce que en sociedad la libertad de uno está en función de los otros. Y finalmente, cuando mantiene la legitimación de sus actos, comete el error (más bien quiere cometerlo) de no saber que en las sociedades democráticas, como la española, no hay más legitimidad que la ley.

A su favor juega que no es un político (!quizás por eso me caen simpáticos¡) Porque en los últimos tiempos ha aparecido otra modalidad que sigue curiosamente las mismas pautas. Se trata del “Okupa político”.

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