Omar

‘Omar se muere’ es un recordatorio de que lo valioso está aquí y ahora; de que hay otros mundos pero, como decía el poeta, están en éste

31 marzo 2021 09:00 | Actualizado a 31 marzo 2021 09:35
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

Dice Alberto Conejero, en el contexto de un poema que reproduce una escena de taxidermia: «Benditos los ojos que miran su propia muerte». El cazador de Omar Alvarez no fue ningún coleccionista de seres humanos disecados, sino un cáncer con el que mantuvo hasta el final una originalísima convivencia.

Guardo en la memoria casos de personas que se han enfrentado a la halitosis de la parca con dignidad, con más o menos miedo o con mayor o menor grado de afectación, pero no conozco a nadie que afrontase su propia finitud de la manera en que Omar lo hizo: huyendo de la lástima a través de una sátira digna del mismísimo Aristófanes y dando a su enfermedad un hermoso sentido político. Omar siguió siendo, hasta el final y como dejó escrito, «una rosa cargada de fuego»: sus llamas fueron las ganas de todo lo que dejaba por hacer. Para quienes tenemos pánico a la muerte, ‘Omar se muere’, el pódcast que grabó junto a Antonio Castelo durante sus últimos meses, es un auténtico regalo, y también el antídoto más efectivo que he encontrado contra la angustia existencial. Aun sin pretensiones de dar ni una sola lección, esos siete episodios son más efectivos que la meditación trascendental, Sartre, la movida del ikigai, las películas de submarinos o los escritores rusos del XIX.

‘Omar se muere’ es un recordatorio indeseado, pero no indeseable, de que lo valioso está aquí y ahora; de que hay otros mundos pero, como decía el poeta, están en éste; y de que la muerte, por mucha importancia que le demos y por mucho temor que nos provoque, no es más que un absurdo accidente que en ningún caso podría empañar el acojonante hecho de que estemos vivos.

Comentarios
Multimedia Diari