Dejo por un día la política, golpeado por la noticia: Casa Cuadras bajará la persiana. Acudía a la vieja charcutería, que en 2020 hubiera sido centenaria, cada vez que quería que un invitado se llevara un recuerdo gastronómico propio de Tarragona.
Siento que desaparezcan establecimientos que ya forman parte de mi vida de 35 años tarraconenses. Solo en la acera izquierda de la Rambla Nova (dirección mar) encuentro a faltar la Llibreria La Rambla, Fotografía Chinchilla, la Cafetería Arimany, de mi buen amigo Salvador, y el Leman, bautizado como el lago suizo, lugar de tantos encuentros y tertulias, a veces aprovechando una cita en Radio Tarragona.
Por fortuna nos queda el Bar Moto Club, que resiste los nuevos tiempos con su viejo empaque.