Palabras para quien las quiera leer

04 noviembre 2020 15:20 | Actualizado a 04 noviembre 2020 15:46
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Es noche cerrada, hay una gran luna, dice el hombre del tiempo de la tele que de un 96%. La verdad, desde que hemos pasado al horario de invierno, la noche parece que se hace más larga, empieza antes y cuando finaliza, no me entero, estoy con Morfeo. Con esto de los años y los cambios de los biorritmos internos, no encuentro hora para ir a descansar. No me importa mucho, me pongo música y leo. Hoy ha tocado un antiguo disco de vinilo que lo he puesto en mi viejo tocadiscos. Fue un regalo de mis suegros con ocasión del compromiso con mi mujer. No quise el tradicional reloj, preferí un buen aparato para oír música que deleitara mis neuronas. Suena Paco Ibáñez en su concierto del Olimpia de Paris, un registro en directo de hace unos cuantos años. No importa el tiempo pasado, siempre la buena música y los bellos poemas permanecerán, serán eternos. También compre un doble cd que suelo poner de ciento a viento cuando voy solo en el coche, es un momento de intimidad que nadie me puede quitar. No hay cómo buscar la intimidad, los recuerdos y ponerse a pensar.

Acompaño la música con el libro de poemas de José Agustín Goytisolo. Busco el más conocido de sus poemas y a la par leo y escucho la voz ronca, pero llena de ternura de Paco Ibáñez. Suena «tú no puedes volver atrás porque la vida ya te empuja…» y pienso en la gran similitud o paralelismo entre los versos escritos en 1979 y la situación actual cuarenta años después. La pandemia provocada por el Covid-19 nos está llevando a una situación de tedio, de inquietud, de intranquilidad, de miedo. «Te sentirás acorralada, te sentirás perdida o sola…» gran verdad, estamos todos y todas ante una incertidumbre mayúscula, nadie se salva. Los mayores, acongojados. Los maduros, sin conceptos claros. Los jóvenes, que parece no va con ellos, pero nerviosos. Los niños, puede que con más conocimiento que muchos mayores. Una situación compleja, y es que una pandemia es de lo más complejo que nos podemos encontrar en nuestras vidas y un periodo de tiempo que marcará mucho nuestras existencias. ¡No es para tomárselo a broma!

Podría analizar la situación desde el punto de vista médico y más concretamente, desde el punto de vista patológico, sin embargo no pretendo hacerlo, ya se ha dicho demasiado y parece ser que no nos enteramos o no nos queremos enterar. Si voy a hacer una reflexión desde el punto de vista de la muerte, la he visto muy de cerca ya que por mi especialidad médica he tenido en mis manos bastantes cadáveres a los que les he tenido que buscar, de manera científica, la causa de su fallecimiento. La muerte siempre es triste, aunque a veces se ansíe llegar a ella. Si no vamos con cuidado y no hacemos lo que nos están requiriendo los expertos, la muerte va a visitar muchas casas y muchas familias. No hay que tomárselo a broma, esto está empeorando de un día a otro. Son tiempos convulsos.

Nadie ha deseado esta pandemia. Nadie la había previsto con las magnitudes observadas. Nadie sabe las consecuencias reales que va a traer para la humanidad. Lo que sí sabemos es que un día (espero que no lejano) se acabará y los que se queden, deberán analizar todo lo ocurrido y poner soluciones a los desastres. Siempre ha sido y será así. La humanidad ha seguido adelante, aunque con graves daños colaterales. «Nunca te entregues ni te apartes, nunca digas no puedo más…» Hay que sobreponerse ante las adversidades es la condición de la humanidad.

«Un hombre solo, una mujer así tomados, de uno en uno son como polvo, no son nada…» Por ello, debemos hacer frente unidos, ahora y cuando pase. Hay que ser responsables socialmente, no podemos permitirnos el ir cada uno a su aire, que es muy de los de aquí (yo ya lo hago). Hay que pensar en los demás, vivimos en sociedad y la sociedad actual exige que se cumplan una serie de normas que están al alcance de todos y que no son difíciles de cumplir.

Debemos copiar de lo que hacen nuestros vecinos de otros países cercanos. Si se tiene que confinar, nos quedamos en casa (todos) y respetamos lo acordado, que es para el bien de la ciudadanía y por su salud. No es fácil para nadie tener que tomar estas decisiones tan impopulares. En la actualidad a nadie le gusta tener que condicionar las libertades individuales y ordenar acciones como las que nos han indicado. A nadie, sea del color que sea sus ideas, le es o le será de agrado tener que tomar las decisiones que se están tomando. No me quiero poner en su piel.

Pensemos que esto pasará, hay que tener esperanza. «La vida es bella, tu verás como a pesar de los pesares…» Esta frase me hace recordar la gran y entrañable película La vida es bella, obra magistral de Roberto Benigni del año 1997. Por cierto, si no la han visionado, se la recomiendo encarecidamente. Es un tanto melosa, pero ante una situación horrible como es una guerra y personas perseguidas por razón de raza y religión, poner imaginación, mucha esperanza y muchas ganas de conseguir salir de una situación precaria, es un premio. Solamente hay que recordar la canción principal. Entre sus estrofas suena cómo un canto de esperanza una corta frase que todos deberíamos tener muy presente en los tiempos que estamos viviendo «… una noche la tristeza se irá sin avisar y sabrás… lo bello que es vivir».

Emilio Mayayo: Catedrático de Patología. URV. Doctor en Medicina por la Universitat de Barcelona (1987). Exjefe de la Sección de Patología del Hospital Joan XXIII de Tarragona. Coordinador de la sección de Patología Infecciosa de la Sociedad Española de Anatomía Patológica (SEAP). Exvicepresidente de la Acadèmia de Ciències Mèdiques de Tarragona.

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