Cuando Reagan aspiraba a la presidencia, hizo unas declaraciones que asustaron a sus asesores. Criticaba la excesiva burocracia estatal y dijo que cuando recibía una carta de Washington la echaba a la papelera.
La barrera del papeleo ha sido sustituida por otra invisible, aunque no menos efectiva: la brecha digital. Es la complicación que supone manejarse a base de operaciones de entrar en alguna web, ‘bajarse’ formularios, entenderlos, rellenarlos, firmarlos y enviarlos. Por fortuna hay entidades, como Creu Roja y Càritas, que ayudan a quienes llaman a su puerta.
El 40 por ciento de personas con derecho a una ayuda social no lo sabe, y de los que se enteran, un porcentaje similar no sabe dónde ni cómo pedirla. Esta brecha es toda una frontera.