Paradojas, incongruencias y mentiras

En política se puede hacer de todo menos el ridículo... y menos delante de tu pueblo

19 mayo 2017 22:14 | Actualizado a 22 mayo 2017 14:43
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En 1996 Alan Sokal profesor de física de la Universidad de Nueva York mandó un artículo a la revista Social Text (textos sociales), con el ampuloso título de ‘Transgrediendo las Fronteras: Hacia una hermenéutica Transformacional de la Gravitación Cuántica’. Con él pretendía demostrar como en demasiadas ocasiones instituciones serias eran manipuladas por intelectuales que son un fraude y ello se debía a que en circunstancias, más de las que se debiera, éstos lanzan al aire de sus escritos o discursos palabras ampulosas, ambiguas, eruditas sin preocuparse en absoluto de su significado o quizás por su significado en primera acepción, las dejan ir para que los demás caigan en la trampa de creer lo que ellos manipulan. Este hecho parece que lo han copiado los políticos, quizás, porque bastantes provienen de la universidad

Así por ejemplo primero se habla de democracia, la democracia es buena, su etimología es clara: demos, pueblo; cratos, poder, gobierno. ¿Quién está en contra de ello? Nadie. Luego se afirma que se tiene «derecho a decidir». Aquí la cosa se complica pues derecho etimológicamente significa directum, «lo que está conforme a la regla, a la ley, a la norma» o «lo que no se desvía ni a un lado ni otro». Pero es lo mismo, unido a que democracia el del pueblo y el pueblo tiene derecho a decidir, se sigue adelante.

Luego se habla que hay que hacer una «consulta», etimológicamente considerar, deliberar, que no es otra cosa que petición de información, opinión o consejo sobre una materia determinada.

A continuación se afirma que hay que hacer un referéndum que su definición ya no es igual que consultar, pues un referéndum es un procedimiento jurídico por el que se someten al voto popular leyes o actos administrativos cuya ratificación por el pueblo se propone.

Si se observa la secuencia lleva aparejado un declive, un decapaje de ir quitando, rebajando el sentido originario de lo que se quería decir, se va abusando de un raciocinio chapucero, en donde se afirma que lo que se afirma es una derivación lógica, cuando no es cierto, lo que ha pasado ha sido una perversión del lenguaje por una indeterminación de los sentidos originarios del término; ello se deriva de cuando se realizan elaboraciones teóricas desconectadas de cualquier prueba empírica, y por un relativismo cognitivo y cultural que considera que las palabras que se usan no conllevan actos concretos y que ello es no es nada más que una ‘narración’, un ‘proceso’ (procés) que en el fondo deriva a un ‘mito’ o a una ‘construcción social’.

Lo más triste de todo es que se da en una tierra que afirma por tradición que es el terreno del seny, del sentido común, cierto que en ocasiones también priva la rauxa, decisión improvisada o caprichosa, también loca, irracional, da la impresión que últimamente se han ido olvidando el sentido lógico de las palabras y se afirman y se hacen cosas que están en las antípodas de lo que se llama lógica, sentido común, realidad palpable. ¿Cómo es posible decir que se haga una lista sin políticos, cuando en ella están nada más y nada menos que el presidente del Gobierno de la Generalidad y el responsable del partido político de la oposición?, que aunque es de oposición, ha estado toda la presente legislatura coordinando y firmando pactos, un día sí y otro también para llegar a un único fin separar la comunidad autónoma de la legalidad vigente, que han jurado defender, aún incluso por imperativo legal, pero se entiende que si se jura aceptar la legalidad vigente, no se comprende que se gobierne contra ella.

Como puede observarse, la paradoja es total, pues paradoja es: una idea extraña u opuesta a la común opinión y al sentir de las personas o si se quiere una aserción inverosímil o absurda, que se presenta con apariencias de verdadera, lo que es una total incongruencia que no es nada más que un dicho o hecho falto de sentido o de lógica que se convierte en una mentira, que no es nada más que la expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa.

Y así están las cosas en esta Cataluña en que vivo, y que es para preocuparse, el observar que ahora priva en demasiadas personas, la más absoluta irracionalidad de un estado emocional insondable sostenido de hecho, por afirmaciones históricas que no pueden ser verdaderas o falsas objetivamente, ni transculturalmente, sino que sólo pueden ser verdaderas o falsas en relación a una cultura o a un determinado grupo social.

Y que para otros no son más que falacias, término mucho más impreciso que el de sofisma, que denota cualquier idea equivocada o creencia falsa que conduce a una argumentación y/o razonamiento incorrecto pero que es, de alguna manera, psicológicamente persuasivo, derivada de hacer conversiones simples entre un juicio universal positivo, sabiendo que no se trata de una definición, confundir lo esencial con lo secundario, hacer creer que lo particular relativo es lo absoluto total, discernir de manera ambigua algo que intencionalmente o por descuido se ignora.

Tomar y retomar una vez y otra la misma argumentación de lo que se afirma sin salida aparente para dicha cuestión, hacer generalizaciones dudosas o claramente falsas por el escaso número de observaciones, equivocarse en la causa que se afirma, ubicar lo irrelevante como la verdadera causa, desconocer un hecho por simple ignorancia de la cuestión y sobre todo, asumir como verdad lo enunciado por una autoridad simplemente, porque lo expresa, por el mero hecho de serlo.

Olvidando que otro, que tuvo el mismo cargo que él, señaló claramente que en política se puede hacer de todo menos el ridículo... y menos delante de tu pueblo, y máxime si ese pueblo está conformado por muy diferentes opiniones, criterios, incertidumbres y certezas, a las que él, le guste o no, representa.

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