Payaso

Nadie por ser diferente, o si quieren emplear el matiz de ser especial, debe ser tributo de marginación, risas o escarnio ya que dentro de una persona hay un ser

29 junio 2021 07:30 | Actualizado a 29 junio 2021 09:22
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Ha llegado el verano, mejor dicho, ya disfrutamos del tiempo de calor. Del tiempo de tener tiempo que es lo que viene a traer las cercanas y ansiadas vacaciones. Es tiempo de sandalias, de pantalones cortos, de piscina, de refrescos, de helados, de gazpacho y de ponerse en forma para lucir las formas, de cargar las pilas. Ya estamos inmersos en el periodo que parece que todo se relaja y que el optimismo aflora en nuestras vidas. Estamos disfrutando del estío y en este tiempo las noticias parecen que pesan menos, parecen que no son lo que son y aparecen las famosas serpientes de veranos. Muchas para llenar las páginas de los periódicos, o los minutos de las ondas de la radio o la televisión, sin olvidar las medio palabras de los whatsapps o de los medios telemáticos. En ellas se cuentan cosas que depende de cómo se lean o se oigan, cómo se redactan o cómo se piensan, son o no lo son.

Para dar pie a la imaginación y sobre todo a reflexionar, les voy a exponer una curiosa historia, como si fuera un cuento para una noche de verano. Cada cual que se la tome como quiera y cada quién la piense o bien cómo real o bien cómo fruto del calor. Así empezaban los cuentos antaño «Érase una vez…», ahora se empieza de forma más directa, por ejemplo, Pablo (nombre ficticio, para mantener el anonimato), nació hace unas cuantas décadas, pongamos hacia final de los sesenta. Al nacer, la comadrona, que era una gran experta en esos quehaceres, se dio cuenta de que algo peculiar tenía el neonato y se lo comunicó al galeno. Este lo puso en conocimiento de los progenitores y los padres se quedaron sin saber qué. Había nacido en un pueblo del interior donde los inviernos son crudos y los veranos tórridos, en un pueblo rudo fue creciendo nuestro protagonista. Su infancia fue tranquila bajo el arropo de sus seres queridos que lo protegían de lo que podía pasar. Cuando empezó sus estudios es cuando comenzaron a apreciarse las diferencias con sus compañeros. Los maestros por la precocidad en aprender todo, su rápido ingenio, el afán de saber y su intelecto; los compañeros y los demás pueblerinos en reírse de sus peculiaridades.

Las risas se le incrustaron en su cerebro. Sin acritud, debido a que en él predominaba la razón sobre la desazón, fue ideando su réplica a las risas acumuladas por años. Entusiasmado y admirando a los grandes cómicos de la historia, en especial a Marcelino Orbés, gran referente de otros grandes como Charles Chaplin y Buster Keaton, sin olvidar a los hermanos Marx, Harold Lloyd, Charlie Rivel, se propuso devolver todas las risas recibidas y recordando el poema de Góngora Ríase la gente, urdió hacerse payaso. Bajo la máscara del maquillaje, devolvió todas las risas, se rió e hizo reír a todos los que de él se rieron. Rodó por todo el mundo, tuvo fama, pero nunca olvidó su vida intelectual. Aprendió diez idiomas, tocaba diez instrumentos de forma virtuosa, estudió tres carreras y seis másteres, y fruto de sus grandes conocimientos hizo una fortuna que resolvió su vida y la de sus descendientes. Los que se rieron de él, le hicieron apreciar las risas y las lágrimas. Podríamos extendernos mucho más, pero con lo narrado es más que suficiente.

Bufón, clown, joker, payaso y otros cuantos sinónimos más son los que se han empleado para los que nos hacen reír con su ingenio. Desafortunadamente, la ciudadanía ha confundido esta manera tan noble de hacer pasar las amarguras de la gente y ha empleado este nombre como algo más bien despectivo. Así, cuando a uno le llaman ¡payaso! o le dicen a uno que no haga payasadas, bufonadas, suele ser para desacreditar a aquella persona que lo único que pretende es alegrar la vida a los demás y para ello usa su ingenio a modo del niño que todos llevamos en nuestro interior. Cómo muchas otras cosas, una gran necedad.

La moraleja de esta historia es muy simple, nadie por ser diferente, o si quieren emplear el matiz de ser especial, debe ser tributo de marginación, risas o escarnio ya que dentro de una persona hay un ser. Para aclarar esta frase podríamos recordar lo escrito por Miguel Ángel Fernández Ordóñez en su libro Economistas, políticos y otros animales, «el ser humano no es solo razón y que la sinrazón, los sentimientos y las emociones le mueven incluso con mayor fuerza que la razón».

Y quién al final tendrá razón, cada uno que reflexione y aprecie lo que tenemos en nuestras manos. Ya no se mira al cielo para saber el tiempo que hará, ahora se mira la aplicación del móvil. Ya no se tocan y se realizan anotaciones en los libros para estar en contacto con el papel y la naturaleza, ahora se lee en el ebook. Ya no se habla con las personas para saber si por las expresiones y gestos te mienten, nos comunicamos por el whatsapp. Ya no se ríe como antaño yendo al circo o en fiestas, ahora uno se ríe solo o más bien, llora solo. Por todo esto y muchas cosas más, no se olviden del dicho «Quién ríe último, ríe más a gusto».

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