Pedro Sánchez toma el mando

El suertudo líder socialista toma las riendas del país entre la osadía y la ingenuidad y sin apenas apoyos.

02 junio 2018 06:50 | Actualizado a 09 enero 2021 19:42
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La intrincada conjunción de circunstancias que han terminado por llevar a Pedro Sánchez a La Moncloa necesitará un capítulo especial de la Historia de España. Sánchez accede a la máxima responsabilidad de la gobernación del Estado sin ser diputado, tras haber perdido las elecciones con los peores resultados jamás registrados por su partido y después de resucitar de un golpe que le asentaron los barones del PSOE y del que de forma sorprendente logró renacer. Para desbancar a Rajoy era necesario poner en línea múltiples factores incompatibles. Y se han puesto enfilados por el trabajo que le han hecho otros. Pablo Iglesias le ha convencido a los nacionalistas e independentistas catalanes y vascos, que hasta el último momento no inclinaron su voto. Albert Rivera ha echado el resto con la más grotesca de las maniobras políticas autodestructivas. En el PP culpan de todo lo sucedido al líder de Ciudadanos y no les falta razón. El partido naranja, ofuscado por las favorables encuestas electorales, entendió que era el momento de forzar a Rajoy para que adelantara las elecciones aprovechando el escándalo de la sentencia de la Gürtel. Rivera conseguía así consolidarse como el adalid contra la corrupción y recogía la cosecha de votos que podrían catapultarle a la Moncloa. Sin embargo, a Ciudadanos le ha salido todo al revés. Ha dado la imagen de ser el único que ha apoyado al partido corrupto y se ha quedado sin elecciones en las que encomendarse futuro. Lo de Rivera no ha sido un tiro en el pie. Ha sido un cañonazo en las dos rodillas. Esta claro que Pedro Sánchez toma las riendas del país cargado de debilidades. Quienes le han apoyado la investidura lo han hecho para echar a Rajoy, no para que aupar al PSOE. A la hora de gobernar estará solo y con una oposición enfurecida y con un doble frente a cual más encorajinado: PP y Ciudadanos. El más inexperto de los presidentes, aunque el más suertudo, toma el mando entre la osadía y la ingenuidad. Quizás no hay otro modo de afrontar los problemas de España que se le vienen encima.

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