Perder las llaves

Trabajar cansa, que dijo Pavese, pero cansa más estar buscando trabajo

19 mayo 2017 22:52 | Actualizado a 22 mayo 2017 18:09
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El laberinto español no tiene fácil solución porque nadie encuentra la puerta de salida. ¿Dónde están las llaves? Quizá estén en el fondo del mar de confusiones donde naufragamos todos, unos más y otros muchos más. Hay varios atracadores por cada cerrajero, pero parece que las llaves del Gobierno en toda España la tienen en sus bolsillos Ciudadanos y Podemos. Según los profetas aritméticos, el PP y el PSOE estarían en empate técnico, que tampoco hubiera sido un veredicto escandaloso en el combate entre el negro y el filipino que me tuvo sin dormir una noche entera, como en mis peores tiempos. Al parecer, el PP y el PSOE harían combate nulo, ya que baja Podemos después del surrealista proyecto de su entusiasta jefe y sube Ciudadanos. El ruedo ibérico está partido y no depende de los toreros, sino de los alguacilillos, disfrazados de Felipe IV, que piden las llaves a la autoridad incompetente para que empiece el espectáculo, si el tiempo no lo impide. David Cameron lo tiene más fácil que Mariano Rajoy y ha lanzado un SOS para evitar que se hunda la economía británica, que es tan insumergible de suyo. Lo nuestro es más complejo, dentro de su sencillez: el 25% de los parados españoles lleva tres años sin encontrar trabajo a pesar de buscarlo y eso no es solo una cabronada, sino una humillación. Trabajar cansa, que dijo Pavese, que se suicidó después de cantar la luna y las fogatas, pero cansa más buscar trabajo. ¿Por qué le seguimos llamando crisis a este larguísimo estado de búsqueda? Lo que de verdad fatiga es buscar trabajo y encontrar las puertas cerradas. No se puede ser feliz, ni siquiera por aproximación, que es la única manera posible, sabiendo que de cada cuatro compatriotas con los que nos cruzamos por la calle, hay uno que lleva tres años sin ganar nada. Ni mucho ni poco, sino nada. La población activa, menos conocida por la EPA, se ha desactivado. Uno, que es un trabajador fatigable, siente vergüenza biológica, pero tampoco tiene las llaves.

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