Plebiscitarias, constituyentes o generales

Si la Carta Magna no satisface a la mayoría de españoles, no debe dar miedo cambiarla

19 mayo 2017 23:57 | Actualizado a 20 mayo 2017 21:38
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Con el rollo de si son galgos (Mas) o son podencos (Oriol), intentan orillar los problemas de fondo que tenemos los catalanes, económicos, sociales... y sobre todo de convivencia entre nosotros mismos. La fractura social e incluso familiar, sí la han conseguido. Un tanto a su favor. Es gracioso y llama la atención que unas formaciones antagónicas en sus planteamientos (sin mentar ya a la CUP) pretendan discutir qué harán el día después de las elecciones plebiscitarias o constituyentes, dando por hecho que alguno de ellos va a gobernar en Cataluña.

Su candidez o astucia, que hasta ahora les ha venido bien, choca de lleno con los resultados de la pseudomacroencuesta. Dos de cada tres catalanes se desmarca de la independencia. Esta es la conclusión.

Pero hay más, mucho más. En los días posteriores a tamaño evento, las distintas sensibilidades e incluso distintos partidos políticos, se han ido dando cuenta, con estos resultados, de a dónde nos quieren llevar los separatistas, de que esta minoría no juega a caballo ganador y tanto el PCS como ICV se han descolgado del carro independentista. ¡Cómo, con tan poca metralla, se atreven a hacer ver que representan a la sociedad catalana, que según ellos pide la independencia en un masivo clamor!

Están de suerte y aprovechan la oportunidad de que España sufre una profunda depresión económica, anímica, de valores, y sobretodo de liderazgo. Les viene como anillo al dedo tener como representante del Estado a un adversario que los refuerza y cuanto más les niega la mayor, más fortalece su posición, aunque minoritaria, preponderante. Tienen que conseguir elecciones ya, plebiscitarias, constituyentes o lo que sean, no sea que el interlocutor estatal se muestre dialogante y mande al garete todo su montaje. Algunas voces hablan de abrir el melón de la Constitución y quizás sea la solución.

Personalmente pienso que si realmente la Carta Magna no satisface a la mayoría de los españoles, no nos debe dar miedo abrir, intervenir, restaurar y volver a cerrar, como haría un buen cirujano. Cuanto más tardemos peor estará el enfermo. Si el Cirujano Mayor del Reino no se atreve con la pieza, en un acto de generosidad y mirando por el bien de todos los españoles, que adelante elecciones y seguro que nuevos actores y nuevas situaciones sí encontraran la manera de ponerle remedio al mal. Pruebas suficientes hemos dado los españoles de salir de situaciones difíciles, incluso mucho peores que las actuales.

Emplazo al que tiene la llave en la mano a acometer tal decisión y a los periféricos a no poner palos en las ruedas.

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