Política hasta en la sopa

El exceso de politización limita el interés por otras cosas y lleva a la división y al enfrentamiento

15 abril 2021 09:30 | Actualizado a 15 abril 2021 10:30
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La realidad social que vivimos en España adolece de muchos defectos y uno de ellos quizás sea el exceso de política que padecemos. Atravesamos una grave pandemia y el peligro que ofrece se impone tanto en los medios de comunicación como en nuestras conversaciones privadas y, por supuesto, en la actividad política. Es una situación excepcional.

La politización de este problema, sin embargo, es tan lógica como excesiva y mal planteada. Se utiliza con frecuencia para lanzar dudas, protestas y errores que desconciertan a la gente sobre algo tan sensible y dejan la impresión de que no deben ser sólo los políticos quienes monopolicen este asunto.’ Todo lo que ocurre es monopolizado por los políticos de diferentes signos, lo cual lleva a que su exceso les reste credibilidad a ellos y a sus ideas. Ocurra lo que ocurra siempre hay una pléyade de políticos de guardia, a menudo desconocedores del tema, emitiendo sus opiniones y proponiendo o arbitrando soluciones que no siempre son las adecuadas.

Tal parece que no existen científicos ni técnicos trabajando en avances cruciales, ni filósofos ayudando a pensar. Los intelectuales han desaparecido del interés general, sus palabras no influyen, lo mismo que ocurre con los académicos, los artistas, los grandes literatos o los investigadores o emprendedores. Está politizada la Justicia, la Religión, la enseñanza, la música y hasta la gastronomía. La política necesita atención y valoración, por supuesto, pero en la vida hay otras muchas cosas que también la merecen y ejercen influencia en nuestra actividad cotidiana. El exceso de politización nos limita el interés por otras cosas, también lleva a la división de la sociedad, al enfrentamiento y hasta al odio. Sería bueno que se limitase a su función, que no es pequeña.

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