Se ha dicho que en el mundo hay dos clases de personas: las que desconfían de otros hasta que tienen pruebas de que pueden fiarse, y las que confían en los demás mientras no se presenten razones para no hacerlo.
En política y periodismo se ha instalado por mucha gente la primera actitud: la desconfianza por delante. En los políticos, por los casos de corrupción o de adaptación de los principios; en los periodistas, por la dificultad de algunos de informar de modo independiente.
Curiosamente estos dos grupos humanos se necesitan mutuamente. Y suelen tutearse, aunque no siempre. Pujol administraba el tuteo con prudencia. Una vez, comió con Wifredo Espina y una tercera persona y antes le dijo: si le parece, hoy, durante el almuerzo, podríamos tutearnos.