Por qué les escribo desde mi lavabo: Momentos únicos de concentración e inspiración

¿De dónde sacamos las ideas? Pues de donde salgan. Es decir, las copio, sí; y sin sentirme culpable, porque no creo que quede alguna idea sin repetir pero sí que están todas por remezclar de nuevo

07 septiembre 2021 18:50 | Actualizado a 08 septiembre 2021 05:23
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Por alguna razón que desconozco en toda Europa los colegios hace ya un par de semanas que han comenzado a educar a los europeos del mañana; pero aquí -y en eso Catalunya parece que no quiere distinguirse de España- todavía nos queda…¡Una semana de niños desestructurados gritando «me aburro» entre pantalla y pantalla!

Pero no es ese el motivo; o, al menos, el único motivo por el que vuelvo a sentarme en la taza del váter de casa con el portátil sobre el regazo tratando de acabar esta columna. Lo cierto es que el lavabo me ha brindado, desde niño, momentos únicos e inefables de genuina concentración: de ellos ha salido la idea que a veces concluyo desde la cama, como Marcel Proust, que desde ella encontró todo su tiempo perdido.

Ya sabía yo de colegas que se inspiraban barriendo, hoy una forma de mindfulness; cocinando o fregando los platos, otra actividad para el fomento de la creatividad, por cierto, creo que más popular entre los escritores varones.

La posibilidad de desertar al menos parcialmente de la redacción, que nos ha dado la pandemia a los plumillas ha abierto aún más las opciones y mi colega Joaquín Luna me dijo haberse inspirado en un botellón improvisado de cincuentones.

Julio Camba escribía sobre casi todo o sobre casi nada en la habitación del hotel que le pagaba su diario y muchos de los periodistas antañones recurrían a las mesas de café.

Buscaban inspirarse para una buena columna de opinión, que es la que genera luz, ilumina algún aspecto de la realidad que desconocíamos; o calor, concita o revive emociones que nos hacen sentir más vivos y añaden así densidad a nuestra existencia. Si logra ambos propósitos, el columnista puede dormir tranquilo en la cama donde escribía; si no logra ninguno, tal vez será mejor que siga encerrado en el lavabo.

Pero ¿de dónde sacamos las ideas? Pues de donde salgan. Es decir, las copio, sí; y sin sentirme culpable, porque no creo que quede alguna idea sin repetir desde que el hombre las concibe; pero sí que están todas por remezclar de nuevo.

Y de eso se trata: hoy he estado tentado de extenderme sobre la falta de semiconductores y su relación con el precio de la luz; cómo forrarse en bolsa con ellos y cómo perder, sin embargo, con las eléctricas o sobre la ironía con que el diario The New York Times describe a Carles Puigdemont y sus correrías moscovitas.

El desafío sería encontrar ese hilo invisible que une y explica todos esos fenómenos. Digamos que Vladímir Putin utiliza la guerra híbrida de sus fake news, ahora en las elecciones alemanas, tras usarlas contra el estado español en el Procés, porque su retraso tecnológico frente a China y Estados Unidos en semiconductores sólo le dejan esa posibilidad para desestabilizar la Unión Europea (UE) …¿Sirve? Es sólo un intento.

Personalmente soy más rápido escribiendo a primera hora; incluso al amanecer, cuando, a menudo, me despierto antes que los demás. Me voy metiendo cafés mientras espero que algún trino temprano me ilumine. Pero otros colegas esperan a la medianoche para quedarse solos con sus ideas y mezclarlas (ahora me salía «remenar-les», pero el bilingüismo tan irritante para algunos a mí me resulta excitante y más cuando en la ecuación entra también de forma involuntaria el inglés).

A veces, tengo clarísimo qué voy a decir antes de empezar a teclear; otras, como ahora, dejo que me arrastren las palabras hasta llegar -aliviado; pero, al mismo tiempo, enganchado a una adictiva mezcla de suspense por el resultado e íntima satisfacción por haber llegado- a la última línea.

Gracias por acompañarme.

Lluís Amiguet es autor y cocreador de ‘La Contra’ de ‘La Vanguardia’ desde que se creó en enero de 1998. Comenzó a ejercer como periodista en el ‘Diari’ y en Ser Tarragona. Su último libro es ‘Homo rebellis: Claves de la ciencia para la aventura de la vida’.

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