Por un uso racional del ‘smartphone’

La dependencia desaforada de los terminales ha derivado en patologías que afectan a nuestro estado de salud

 

31 julio 2019 18:28 | Actualizado a 31 julio 2019 18:30
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Las nuevas tecnologías de la comunicación nos han cambiado la vida, y los hábitos, y no siempre para bien. Ahora nos parece imposible que podamos llevar una vida normal sin el teléfono móvil cuando apenas hace una veintena de  años ni existían. El teléfono se limitaba a los espacios fijos, ya sea en el trabajo o en casa. La única movilidad se fiaba a las cabinas telefónicas no siempre operativas y de confuso funcionamiento. En un cortísimo período de tiempo la telefonía móvil ha revolucionado la industria, la educación, las relaciones sociales y el modo de vida en general. La revolución es de tal magnitud que todavía estamos lejos de asimilar sus consecuencias, pero ya hemos empezado a detectar que debemos poner orden en el nuevo orden que impone el minúsculo aparato que todos llevamos en el bolsillo. La dependencia del teléfono inteligente (ya casi lo que menos es el móvil es un teléfono), ha comenzado a crear problemas serios. Su uso desaforado genera dependencia en un grado ya descrito por la psiquiatría y que afecta principalmente a la población joven. Italia ya tiene en marcha programas especializados para desenganchar del smarphone a jóvenes adictos. Los educadores recomiendan a los padres limitar el uso de los dispositivos a sus hijos mediante una rígida disciplina racional. Algunos colegios ya no dejan que los alumnos acudan a clase con los móviles. En los encuentros entre amigos se empieza a extender la norma no escrita de dejar los móviles en el recibidor. Y como no, en materia laboral también ha habido que legislar para proteger la privacidad de los empleados y los períodos de descanso. Desconectar es un derecho y una necesidad. La tecnología no es perversa en sí misma. Lo es el uso que de ella hacemos. Pero su irrupción nos ha pillado desprevenidos y costará aplicar las medidas correctoras que eviten la hecatombe.

 

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