Privacidad sin sentido

La sanidad germana debió haber retirado la licencia de vuelo al piloto

19 mayo 2017 23:09 | Actualizado a 22 mayo 2017 21:17
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El derecho a la privacidad es uno de los elementos más elocuentes y enriquecedores de las democracias avanzadas, que debemos proteger con mimo porque pertenece al ámbito de la felicidad personal. Igualmente, el secreto médico, vinculado sin duda al referido derecho, nos protege de la mirada inclemente de una opinión pública que no siempre se comporta con la debida sensibilidad ante el dolor ajeno.

Dicho esto, es claro que todos los derechos -y también el de preservar la privacidad- tienen sus límites. Y el secreto médico profesional tiene que ceder irremisiblemente cuando está en juego la vida de otras personas. Me refiero -el lector atento ya lo habrá entendido- al terrible suceso del avión de Germanwings, causado por un piloto, Andreas Lubitz, seriamente perturbado, que consiguió disimular sus patologías gracias a la discreción del sistema sanitario alemán.

Hay que decirlo claro: el profesional que tiene en su mano la vida de sus semejantes y padece alguna patología que pueda influir en la seguridad debe ser tutelado escrupulosamente por el sistema sanitario. O sea que en el caso que nos ocupa, la sanidad germana debió haber retirado la licencia de vuelo al piloto en cuestión.

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