En febrero de 1983, con motivo de la visita a España que iban a hacer los reyes de Suecia, el gobierno de este país invitó a siete periodistas españoles a visitarlo.
Llegamos a Estocolmo, nevada y con cinco bajo cero, pero la curiosidad fue el desplazamiento a otras dos ciudades, Gothenburg y Malmö.
Para enlazar estas dos el avión hizo escala en Copenhague (sorprendente pasar por otro país), y más curioso aún fue que el vuelo desde la capital danesa a la ciudad sueca fue de ¡diez minutos!
Lo he recordado al leer que los ecologistas han logrado suprimir los vuelos entre Maastricht (Holanda) y Lieja (Bélgica), que eran de nueve minutos, para 38 kilómetros, alegando que las maniobras de despegue y aterrizaje son las que lanzan emisiones más contaminantes.