Que no caminen solos

19 mayo 2017 19:41 | Actualizado a 21 mayo 2017 20:34
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Cuando Richard Rodgers y Oscar Hammerstein compusieron You’ll Never Walk Alone para el musical Carousel en 1945 nunca se imaginaron que llegara a convertirse en uno de los himnos más conocidos del fútbol. Impulsado por el Liverpool, el Celtic de Glasgow –cuyos seguidores entonan la canción en los minutos previos a los partidos de sus equipos en casa– y, en menor medida, el FC St. Pauli y el Borussia de Dortmund, la canción, interpretada emotivamente por la grada, busca inyectar una buena dósis de moral a sus futbolistas, asegurándoles que ya sea enfrentándose a una tormenta intempestiva, a la lluvia y el viento, ellos, la hinchada, siempre les acompañará.

Las aficiones deberían formar parte del escudo de todos los clubes. Su pasión construye la historia de las entidades. A veces las sostienen. Pasan jugadores, entrenadores y presidentes, algunos surgidos de la misma grada y otros se sientan en ella tras concluir su paso por el equipo, pero la hinchada se mantiene intacta. Ellos no pueden ‘fichar’ por otro club, porque uno no puede despegarse de unos colores que forman parte de su ser. Ya se dice, se cambia de todo menos de equipo.

Nàstic y CBT tienen sus incondicionales. Los que nunca fallan. Quienes lloran y se van a la cama sin cenar cuando el equipo pierde. Esos que ríen y sueltan lágrimas en medio de la Plaça de la Font recordando tardes pasadas por agua. Como la que sufieron los 400 nastiqueros que soportaron el chaparrón en Huesca y que, según denunciaron algunos, solo unos pocos jugadores se lo agradecieron. No cuesta nada acercarse. Nadie les retraerá nada. Al contrario. Les aplaudirán a rabiar. Son ‘goleros’, como un buen aficionado grana, Marc Monforte, cataloga acertadamente en su blog a los seguidores más optimistas y acérrimos del Nàstic.

Me gustaría dirigirme al resto de aficionados. Los ‘tribuneros’ y los ‘casual’. Incluso quienes nunca acuden al Serrallo ni al Nou Estadi. A ellos les pido que echen un vistazo al norte y al sur de la ciudad. Nàstic y CBT están regalando a Tarragona una temporada de libro. Inesperadamente apasionante. Han crecido en el margen de una historia que no contaba con ellos. Vicente Moreno y Berni Álvarez están guiando a dos grupos de personas contra viento y marea. A través de la tormenta. Con la ilusión y la esperanza por bandera y muchas ganas de liarla. No hace falta ir cantarles el You’ll Never Walk Alone, basta con acompañarles para que no caminen solos.

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