En agosto de 1990, cuando Gorbachov fue secuestrado por radicales comunistas en su dacha de Crimea, la única información sobre su propia situación la escuchó en un transistor que oía mientras se afeitaba. Era de Radio Liberty, emisora de la CIA instalada en Pals, pueblo de la Costa Brava. Sus ondas llegaban tras el Telón de Acero.
En el franquismo, otras ondas viajaban en sentido contrario. Radio España Independiente, del PCE, informaba (si bien con abundante imaginación) de lo que sucedía en España. Era conocida como La Pirenaica, aunque emitía desde Bucarest. Cesó en 1977 al llegar la democracia y Jordi Solé Tura, su director, fue padre de la Constitución.
Lo que queda de ambas emisoras es hoy refugio de ocupas o piezas de museo.