Rebeldes sin causa...

No es incompatible en absoluto la abstención con el liderazgo de la oposición

19 mayo 2017 18:39 | Actualizado a 21 mayo 2017 17:08
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Convendrán conmigo que la situación política actual se asemeja bastante a la película Rebelde sin causa, dirigida magistralmente por el gran Nicholas Ray, e interpretada en grado superlativo por Nathalie Wood, Sal Mineo y sobre todo por el genial James Dean, quien aparece en una de las mejores escenas de la película junto a «otros amigos» en una carrera de coches de locura donde la meta es el acantilado, ganando el último que se tire del coche y lógicamente más cerca quede del precipicio, con la salvedad que si se apura demasiado la suerte se torna en fatal desenlace.

Nuestros políticos, quiero entender que siguen a pies juntillas el guión de esta película y se han lanzado a todo trapo hacia el acantilado, con la certeza y seguridad que cualquier gesto, cualquier ademán, cualquier frenazo antes de tiempo y lógicamente el que más tarde de su brazo a torcer o el que antes se baje los pantalones y se apee del coche, será el ganador o el que pierda la vida en el fondo del despeñadero.

Por todo ello, tal vez sea hora de entonar un ya basta, y explicar que esta película ya la hemos visto, y que los ciudadanos no nos equivocamos, los ciudadanos votamos en consecuencia. Nos podrán gustar más o nos podrán gustar menos los resultados electorales obtenidos y lógicamente cada uno contará la fiesta según le haya ido, pero algo debe quedar claro: los ciudadanos no nos equivocamos.

Nuestros líderes no entendieron el mensaje del 20D y según parece el 26J tampoco. Nuestro estado se encuentra paralizado desde hace 280 días, se desangra, se fragmenta socialmente, se intenta desmembrar y aquí todos arriman el ascua a su sardina o lo que es lo mismo, seguimos mirándonos el ombligo y anteponiendo siglas e intereses al interés general, que es o al menos debería ser la razón primigenia que debería mover a cualquier cargo público.

Por ello, no fuimos capaces de formar gobierno el 20D, pese a que los resultados eran bastante claros y no tan diabólicos como algunos llegaron a calificar. Y como no podía ser de otra manera, los ciudadanos lo dejaron aún bastante más claro el pasado 26J y lo seguirían corroborando en unas hipotéticas y en absoluto no deseadas terceras elecciones en otoño.

Aquí hay un partido que ganó en Navidad y que ha vuelto a ganar ahora, y nos guste o no, debe gobernar. Y debe gobernar porque tiene 50 diputados y dos millones y medio más de sufragios que la segunda fuerza política más votada. Esto es así y es irrefutable.

Por tanto, desde el Partido Socialista, que ni se rompe ni se va a romper nunca, porque la gente de izquierdas es absolutamente imprescindible para emprender cualquier cambio o giro social y económico en cualquier estado de derecho, debemos quedarnos en la oposición. Y por ello, por estar en la oposición, no pasa absolutamente nada ni debemos rasgarnos las vestiduras.

Pero cuidado, hay que hacer ver y es de Perogrullo indicar, que para que haya una oposición, primero de todo debe de haber un gobierno.

Por favor, dejémonos de marear la perdiz, de tomar por tontos a los ciudadanos y vamos a sentarnos de una puñetera vez en una mesa a negociar. Ya basta del no es no, ya basta de que yo con éste no voy, ya basta de qué parte del no, no hemos entendido, ya basta de que si tú vas con éste yo no puedo ir contigo.

Por lo que hace referencia a las siglas que en mi caso represento, logremos un acuerdo que no creo sea demasiado complicado. Hay pilares básicos sobre los que se puede negociar : reforma fiscal, reforma constitucional, reforma del mercado laboral, un acuerdo transversal sobre las pensiones y su futuro, sentar las bases de un proyecto común sobre las energías renovables y sobre todo sanidad y educación, reformando la LOMCE en todo aquello que consideremos preciso y necesario.

Lo que nunca deberíamos hacer es cambiar cada cuatro años nuestro sistema sanitario y educativo al socaire del gobierno de turno. Hay pilares fundamentales que se deben construir entre todos y a partir de ahí mejorarlos con el paso del tiempo pero nunca derribarlos y volverlos a construir cada cuatro años, nos jugamos demasiado en este envite, ¿Tan difícil es llegar a unos acuerdos básicos?

De verdad, no es incompatible en absoluto la abstención con el liderazgo de la oposición, por más que se empeñen en que creamos lo contrario.

Lo que necesitamos es un gobierno ya sin más demora, un gobierno que nos guie, legisle y dirija en la difícil situación actual a todos los niveles, velando por los intereses de todos. Lo que necesitamos es que el líder del partido ganador, haga algo, mueva ficha y se baje de la torre de marfil en la que lleva meses enrocado, a la arena de la negociación y el diálogo.

No les quepa duda de que habrá gobierno y más pronto que tarde, como tampoco les quepa duda que llegado el caso, el Partido Socialista, como responsable y como uno de los actores privilegiados de la historia de nuestro país, estará a la altura de las circunstancias.

Pero, por favor, ya basta. En el Congreso no entra una proposición de ley desde septiembre de 2015. Nos caemos, y contra más tiempo nos entreguemos a exabruptos y bronca en vez de al diálogo y al consenso, más dura será la caída y mucho más tiempo será necesario para una posterior recuperación.

Si, ya basta. Ya basta de perder el tiempo y ya basta de carreras de coches hacia el acantilado. Paremos motores, bajémonos de los vehículos y las siglas y sentémonos para hablar, llegar a acuerdos y en definitiva a negociar de cómo arreglamos y dotamos de seguridad el circuito, o lo que es lo mismo, nuestro Estado, que es lo que en verdad interesa e importa, y luego, tiempo habrá de reparar y mejorar nuestros propios vehículos políticos adaptándolos con las mejoras técnicas y mecánicas que requieran los tiempos actuales.

*Daniel Cid Ricote. Alcalde de Vespella de Gaià (desde el 2003 y por el PSC), y vicepresidente del Consell Comarcal del Tarragonès.

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