Recuperar el ‘derecho a reparar’

En estos tiempos de usar y tirar, de obsolescencia programada, donde los artilugios están fabricados para no durar demasiado de modo que la rueda del consumo no se pare, llama la atención esa iniciativa promovida por David Cormand, eurodiputado francés de los Verdes, ponente de una resolución aprobada por la comisión de Mercado Interior del Parlamento Europeo en virtud de la cual los diputados piden un justo «derecho a reparar».

Se trata de recuperar aquella cultura tan asumida por nuestros padres y abuelos, que cuando algo se estropeaba lo reparaban diez veces y seguía funcionando. Quizá porque entonces los productos eran de una mejor calidad, quizá porque no podían permitirse sustituirlos por otros nuevos cada vez que fallaban, lo cierto es que lo que compraban disfrutaba de una larga vida. Es verdad que ahora cuesta lo mismo –o incluso menos– comprar un aparato nuevo que repararlo. Pero, más allá del aspecto puramente económico, una de las mayores bondades del derecho a reparar es la sostenibilidad.

Ya lo dice el propio Cormand: «Los productos duraderos reparables son buenos para las personas, buenos para el planeta y buenos para las empresas sostenibles». Sí, no estaban tan equivocados nuestros padres y abuelos. Quizá esta pandemia que tantos hábitos ha cambiado nos ayude a recuperar también el derecho a reparar.