Retorcer los principios jurídicos

Lanzarse abiertamente como hacen JxSí y la CUP  a un proceso secesionista en una situación, como mínimo,de dudosas mayorías, es muy atrevido y arriesgado.

30 agosto 2017 09:02 | Actualizado a 30 agosto 2017 09:16
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El hecho de que una parte de los catalanes quiere la independencia de España es una evidencia que por ahora sólo puede cuantificarse de forma indirecta mediante el supuesto de identificar el número de independentistas con los  votos obtenidos por los partidos que defienden abiertamente esta opción. Por tanto, lanzarse ciegamente a un proceso secesionista en una situación, como mínimo, de dudosas mayorías, es atrevido y arriesgado. Además si el procedimiento elegido para dar forma a la secesión es una chapuza, rozamos el género del esperpento. El ejemplo paradigmático de este dislate es la ley de transitoriedad. La lectura de la pieza jurídica resulta llamativa en varios aspectos pero sobre todo en uno: la norma prevé en su título VII la celebración de un proceso constituyente que constará de tres fases sucesivas (art. 86): «una primera, de proceso participativo; una segunda, de elecciones constituyentes y de elaboración de una propuesta de Constitución por la Asamblea Constituyente; una tercera, de ratificación de la Constitución por medio de un referéndum». Pues bien: en el artículo 88, que se refiere a la Asamblea Constituyente y al proceso de redacción de la Constitución, se establece que la propuesta de Constitución aprobada por la Asamblea «habrá de aprobarse por mayoría de 3/5 de los miembros del Pleno en votación final sobre le conjunto del texto». Pero que nadie se alarme: «si no se alcanzase dicha mayoría -dispone el texto-, en la segunda votación es suficiente la mayoría absoluta; y si no se obtiene, se seguirá deliberando y sometiendo a votación nuevas propuestas hasta obtenerla. Ninguna de las decisiones de la Asamblea constituyente, en el ejercicio del poder constituyente, serán susceptibles de control, suspensión o impugnación por ningún otro poder, juzgado o tribunal». Los principios del Derecho se deben retorcer de risa. Se entiende que los partidarios de la independencia tienen prisa por alcanzar su objetivo, pero al menos deberían evitar el ridículo de jugar con algo serio como son las leyes.

 

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