Retraso electoral

El aplazamiento, polémico y arbitrario, disuelve el efecto sorpresa de la llegada del ministro Salvador Illa como candidato del PSC

19 enero 2021 09:10 | Actualizado a 21 enero 2021 10:16
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La irrupción de Salvador Illa como candidato del PSC a las elecciones autonómicas catalanas que debían haberse celebrado el 14 de febrero, y que finalmente se han aplazado hasta mayo por causa de la pandemia, introdujo elementos nuevos en la consulta. Y es que el dilema soberanismo-no soberanismo quedaba sobrepasado por el debate sobre la gestión, por la toma en consideración de los problemas reales de la sociedad catalana.

El aplazamiento, polémico y arbitrario, disuelve el efecto sorpresa de la llegada de Illa, y algunos analistas hacen cábalas sobre el cui prodest, sobre el a quién beneficia semejante dilación. En apariencia, los más perjudicados son los socialistas catalenes, por la razón apuntada, y Esquerra Republicana, que se desgastará por la inacción institucional que se mantendrá hasta la consulta. De donde parece desprenderse que el gran beneficiado de la marrullería (así consideran algunos el aplazamiento) será Puigdemont.

Uno quiere pensar que la sabia nación catalana no se dejará manipular de una forma tan burda y evidente. En el Principado hay tres clases de electores: los que anteponen la soberanía a cualquier otra consideración, los soberanistas que miran la gestión y la estabilidad y no están dispuestos a pagar cualquier precio por la independencia, y los pragmáticos que quieren que Cataluña crezca y se desarrolle en libertad, sin entrar en detalles sobre la fórmula.

Uno quiere pensar, en fin, que estos bloques bien establecidos y diferenciados no se moverán por la picaresca de unos cuantos.

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