En un país africano en el que los cristianos son unos católicos y otros protestantes, a Juan Pablo II le dijeron: «Estamos divididos pero no sabemos por qué». No es extraño, el origen hay que buscarlo en la Europa del siglo XVI y en polémicas superadas, como la de las indulgencias.
Más antigua aún es la separación entre la Iglesia Católica y la Ortodoxa que se remonta a hace mil años.
En el camino ecuménico el próximo día 12 será un hito. El Papa, obispo de Roma, se encontrará en Cuba con el patriarca de Moscú y toda Rusia, bajo cuya disciplina se encuentran 140 millones de los 300 millones de ortodoxos que hay en el mundo.
Las iglesias ortodoxas son autocéfalas y Roma se había aproximado al patriarcado de Constantinopla, de Rumanía y otros, pues hay 15, pero Moscú, el más grande, era reacio. La entrevista puede desbloquear un viaje papal a Moscú, el sueño frustrado de Juan Pablo II.