Sin tregua

Estamos viviendo un duelo colectivo, en el que todos no hemos perdido lo mismo  pero todos sí hemos dejado alguna cosa atrás

25 febrero 2021 10:30 | Actualizado a 25 febrero 2021 11:12
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No hay tregua. Porque así lo pienso y así lo siento. Así como lo canta Barricada, «esto empieza a ser un laberinto, dónde está la salida».

Supongo que estos días leeremos y escucharemos sobre el aniversario de esa fecha que cambió las vidas de todos. De esta etapa que nos está tocando vivir y que a ninguno nos ha preguntado que tal nos venía esto de la pandemia. No te preguntan cómo te viene ahora para cerrar tu negocio sin saber cuándo volverás a abrir, ni te preguntan si lo tienes bien apañado para quedarte sin trabajo unos meses, ni eres consciente que te parece esto de oír datos de fallecidos, como si escucharas los números del sorteo de la Once. Y claro, tampoco nos han preguntado qué te parece, vivir con miedo al contagio, como si estuviéramos en una película de sobremesa del fin de semana de la Sexta. Ni a que ya no vayas más a entrenar, o que te parece no jugar partidos ningún fin de semana. Llega y ahí te lo encuentras. Porque no hay tregua.

Según la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross, hay cinco etapas que se pasan tras un duelo. El duelo entendido como el proceso psicológico al que nos enfrentamos tras las pérdidas. Y no sólo se refiere a la muerte, sino a la pérdida de algo. Y es que en este año creo que todos hemos perdido alguna cosa. Las etapas son: negación, ira, negociación, depresión y aceptación.

Vamos así en otras palabras: primero dices, no esto no está pasando, es imposible que esté ocurriendo. Luego te enfadas y te cabreas por las circunstancias, por lo que te pasa a ti y por lo de los demás, buscando culpables en cualquier aspecto. Más tarde crees que puedes hacer algo por cambiar lo que sucede, y te atas a lo que sea por creer que así será. Lo que viene a continuación es esa tristeza y ese dolor que te llevan a aislarte, a una falta de motivación grande y a no entender. Y finalmente llega la aceptación, cuando ya ves y entiendes que por mucho que te cabrees, que te rebeles, que llores o que no tengas ganas de nada… la situación no va a cambiar.

Pienso que como sociedad hemos pasado la primera fase, cuando algunos como yo creíamos que lo de China no llegaba aquí ni de broma, o que el confinamiento de 15 días del marzo pasado, iba a ser eso… 15 días. La del cabreo se nos da bastante bien a los humanos, sea con Simón, con el de la farmacia, con la Fifa por hacer pcrs a los futbolistas, o con la cajera del súper que te pide por favor que te subas la mascarilla. La fase de negociación, quedó bien clara con el eslogan «Todo irá bien»… Y creo que en el presente hay mucha gente instalada en la cuarta fase, sobretodo en la falta de motivación. En el confinamiento cada uno buscaba sus propios recursos para salir adelante, si la salud te lo permitía, durante ese tiempo. Porque habían fechas más que probables para cada cambio de fase.

Pero ahora, es como si creyéramos que ya está pasado… que como no hay confinamiento total, pues que todo ya está, que venga seguimos igual que antes. Y los que se quedaron a mitad de un curso, pues nada han empezado el siguiente. Y los que se quedaron con una temporada a medias, han empezado otra. Pero es que nada es igual.

Seguro que hay personas llegadas ya a la fase de aceptación. Por otra parte es algo que dentro de esta vida que no da tregua, nos pide que hagamos en el día a día.

Y estoy segura que poco a poco todos de alguna manera iremos aceptando, lo que pasó hace un año, lo que pasó hace unos meses y lo que está pasando ahora. Porque en ocasiones, por más que no quieras la vida si la tienes, te empuja a seguir adelante, porque quedarte estancado en el sitio hay veces que duele más que seguir luchando para ir «palante».

Sí es importante pienso, que estés en la etapa que estés, aceptes que es normal sentirte así. Porque estamos viviendo un duelo colectivo, en el que todos no hemos perdido lo mismo por supuesto, pero que todos hemos dejado alguna cosa atrás.

Lo que no debemos descuidar, que de aquí vamos todos con algo más en nuestra mochila… que ahora llevamos la «mochila pandémica» según lo que nos esté tocando vivir en esta época. Cada uno sabemos lo que llevamos en la nuestra, y deberíamos cuidarnos para poder hacer que cada vez pese menos. Y ser conscientes que todas y cada una de las personas con las que coincidimos, esas con las que te miras así por encima de la mascarilla, (si tienes suerte y no llevas gafas, o no las tienes empañadas claro)… pues que cada una de ellas… también lleva su «mochila pandémica» consigo. Esto ya lleva tiempo siendo un laberinto ¿dónde está la salida? En verdad no lo sé… pero confío en sonreír y salir «palante», para poder encontrarla.

Esther Neila: Máster en Psicología de la Actividad Física y el Deporte.

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