Siria, ir al origen del problema

19 mayo 2017 21:49 | Actualizado a 22 mayo 2017 13:00
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¿Dónde está la excusa para una intervención militar en Siria? ¡Tal como se están planteando las potencias europeas, en pro de la defensa de los Derechos Humanos! La Carta Magna preconiza la regulación de las diferencias, y sus decisiones se fundamentan en el reconocimiento del deber de los Estados de proteger a la población civil, según palabras del Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon.

Decía Anne-Cecile Robert: “Se impone buscar una solución pacífica de los desacuerdos mediante una intensa labor diplomática”, se me antoja que tan intensa como sea necesaria, ¡hasta la extenuación! Si hace falta.

Analicemos por un momento la situación en que han quedado los países intervenidos militarmente con el beneplácito del Consejo de Seguridad de la ONU: Corea en 1950; Congo en 1961; Rodesia en 1965; Irak en 1991; Somalia y Bosnia en 1992; Haití y Ruanda en 1994; Zaire y el Congo en 1996; Albania en 1997; Sierra Leona, Timor Oriental, Kosovo y Afganistán en 1999; República Democrática del Congo 2005; Costa de Marfil y Libia 2011… etc., lo que nos demuestra que las grandes potencias no han dudado en intervenir militarmente en estos países bajo las más diversas excusas: “ protección de ciudadanos, intereses comerciales, cobro de deudas, etc,.” Y está claro el pobre resultado de estas intervenciones y el rico coste en vidas humanas, sin obviar la gran dosis de inestabilidad provocada que invita a la prudencia y a cuestionar el Derecho de Injerencia en “Origen”.

¡Hemos cambiado como sociedad, hemos madurado y no deberíamos consentir que el recurso a la guerra se vuelva algo común! No en mi nombre….

El artículo 7&1 de la Carta de la ONU, confirma la regla de no injerencia en los Estados Soberanos. Tengamos en cuenta que el artículo 2&4 de la Carta solo admite dos excepciones: la legítima defensa (art.51) y en caso de amenaza contra la paz, la ruptura de la paz y de actos de agresión.

Europa representa en este momento el continente utópico, representa la autosuficiencia, la defensa de los Derechos Humanos, la solidaridad y solamente razones humanitarias deberían integrar sin duda las motivaciones que pudieran desembocar en una autorización del recurso a la injerencia, y antes que por medios militares deberíamos agotar todas las vías pacíficas.

Durante los últimos años mientras las pateras llegaban por docenas, hemos mirado hacia otro lado, a sabiendas que esas pateras manipuladas por mafias, eran un genocidio programado. Los hay refugiados políticos, los hay económicos, los hay climáticos, los que huyen de la guerra, por motivos religiosos o sexuales, pero todos vienen con un solo anhelo, el de vivir. ¿Y por qué? Porque encarnamos la Disneylandia del color del pastel, con globos y pompas de jabón. Aunque esto sea el espejismo provocado por las luces de la ciudad, no olvidemos que como europeos somos guardianes de un mundo solidario que se ocupa de los vulnerables que lucha por la igualdad, que hemos aprendido que nuestra única razón de ser es construir un mundo mejor y eso pasa por ayudar al otro a sacar la carreta del charco, porque ¿que otra cosa nos humaniza?. Por eso “esta es la hora y el mejor momento” Siria como otros países se desgarra mientras nosotros embutidos en nuestros problemas domésticos, hemos protagonizado un tiempo silente. Ahora nuestra Ley de Extranjería de 4/2000 de 11 de enero sobre Derechos y Libertades de los extranjeros en España y su integración social, se verá actualizada tímidamente a golpe de Recomendación Europea, una vez más. ¿Qué va a significar esta acogida masiva de refugiados? ¿Qué arrastrarán muchos más detrás? Una sociedad madura tiene que saber adaptarse a nuevas y cambiantes situaciones de vida, y más si es por solidaridad de especie!

Miremos la parte positiva. Europa tiene en este momento veinte millones de parados, pero no olvidemos que en todas partes el número creciente de las personas mayores constituye una de las características principales del siglo XXI. Las epidemias, las guerras, el caos político, las prácticas culturales y el clima entre otros son los factores que orientan la demografía de un país. Mientras la fecundidad disminuye en el mundo occidental, en la mayoría de los países del norte, ésta ha caído por debajo del umbral de renovación generacional, y aunque la demografía en África continúa siendo elevada, el crecimiento ya no es exponencial. Regularizar a refugiados supone no solo ingresos para las arcas públicas sino que es un golpe mortal al contrato esclavo y la economía sumergida.

Nuestra capacidad de acogida está por escribir, pero lo que sí es cierto es que no se puede ser testigo mudo de la propia miseria, y hoy no puede haber otra realidad.

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