Sr. Casado, tengo una pregunta para usted

¿Cómo puede decir -ahora- que el PP y Vox están en lados opuestos que no son equiparables y, al mismo tiempo, gobernar con Vox n todas las comunidades, ayuntamientos e instituciones donde suman mayoría? 

24 octubre 2020 16:55 | Actualizado a 24 octubre 2020 16:57
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Escuchaba los insultos del señor Abascal al gobierno constitucional y democrático de España y pensaba en la gente, en personas como yo, ciudadanos preocupados por el futuro de sus hijos, aquellos que están sumidos en la inquietud ya sea por la muerte de algún familiar o porque ven peligrar su puesto de trabajo como consecuencia de la crisis provocada por la pandemia. 

Pensaba en ellos, en todos vosotros y vosotras, mientras se sucedían los epítetos injuriosos, los exabruptos y las expresiones de intolerancia fanática. Me preguntaba, ¿qué tipo de odio lleva a alguien a acusar de “criminales” a los que no piensan como él? Que desconocimiento, o peor aún, que desprecio por la historia inspira al señor Abascal para afirmar cada día que «este es el peor gobierno de los últimos 80 años», sabiendo como sabe que de estos 80 años 40 corresponden a la dictadura franquista. 

O sea, para Vox el régimen asesino de Franco fue una especie de vergel, un espejo de libertades y derechos, en comparación con el actual ejecutivo progresista y democrático del presidente Pedro Sánchez (cuyo gobierno sumó más de diez millones de votos en las elecciones y que fue investido por la mayoría del Congreso representante de la soberanía del pueblo español). Es decir, un gobierno elegido por el pueblo es “peor” que la dictadura de Franco -¡así como suena, amigos y amigas!-. Es más, para la extrema derecha el Gobierno de España es “un ejecutivo social-comunista-chavista aliado de los independentistas catalanes y cómplice de los amigos de los asesinos de ETA”, lo que vendría a ser una versión posmoderna de lo que el dictador Franco llamaba «la conjuración judeo-masónica-rojo-separatista». 

Miraba también a los diputados del PP, la mayoría hieráticos y clavados en su escaño mientras el señor Abascal arremetía, incluso, contra la Unión Europea. Pensaba en su responsabilidad por todo lo que estaba pasando. Durante mucho tiempo el señor Casado ha evitado referirse a Vox como la extrema derecha mientras insultaba al presidente Pedro Sánchez, por poner solo un ejemplo, calificándolo de «felón y traidor». Para Albert Rivera el gobierno de España era «la banda de Sánchez», como si se tratara de un grupo de delincuentes, mientras al mismo tiempo se hacía fotos con Vox en la plaza de Colón.  

Han alimentado un discurso de furor fanático que ahora se vuelve en su contra. Solo así puede entenderse el giro copernicano del señor Casado en su intervención desmarcándose por completo de la extrema derecha, algo inédito hasta el momento. Ojalá sea así porque el país necesita realmente una derecha constitucional y liberal, que sea lo conservadora que quiera, pero que respete los estándares democráticos europeos. Sin embargo, si el señor Casado es realmente honesto en sus intenciones, como deseo que lo sea, tengo una pregunta para él: ¿Cómo puede decir -ahora- que el PP y Vox están en lados opuestos que no son equiparables y, al mismo tiempo, gobernar con Vox exactamente en todas las comunidades, ayuntamientos e instituciones donde suman mayoría? 

¿Como se puede decir -repito, ahora- que Vox representa el «oportunismo demagógico» y seguir gobernando con ese mismo oportunismo demagógico la Junta de Andalucía o la Comunidad y el ayuntamiento de Madrid, por poner solo algunos ejemplos paradigmáticos?

Es tarde, señor Casado, pero todavía puede llegar. Demuestre su compromiso verdadero con los valores liberales que afirma defender y rompa con Vox. Es lo mínimo de lo mínimo que puede hacer en nombre de la derecha democrática que sí que existe en Europa. La canciller Angela Merkel, una líder política a la que usted suele poner como ejemplo, calificó como «el pacto de la vergüenza» un acuerdo en un Lander federal que incluía los votos de la extrema derecha, lo censuró y lo rompió en menos de 24 horas. Haga usted lo mismo. Sea coherente. Se lo debe a su país. 

Sandra Guaita es diputada del PSC por Tarragona 

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