Subirse por las paredes

Madrid cambiará el nombre a 27 calles y plazas. Las guerras civiles duran un siglo

19 mayo 2017 18:38 | Actualizado a 21 mayo 2017 17:08
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La llamada memoria histórica, que es más bien histérica en algunos callejeros urbanos, ha escalado muchas calles, a la altura de los primeros pisos. Algunos rótulos pierden su nombre mientras otros lo ganan. Cosas de la bendita paz que disfrutamos. ¿Que es eso, que se repite tanto de que Dios escribe derecho con renglones torcidos? Lo único que supone es que le hubieran suspendido en ortografía, primer curso. Los nuevos nombres del callejero de Carmena van a volver locos a los carteros que siempre vuelven dos veces, pero que tendrán que volver muchas más. Me gusta, a pesar del trastorno, que el gran Max Aub tenga una calle. No lo pude conocer, pero sí conocía a Agustín de Foxá, que va a perder la que tuvo. ¿Compensan unas cosas con otras? También traté a Edgar Neville y a Mercedes Fórmica, que son dignos de ser recordados, pero también lo eran las personas a las que sustituyen. Lo que ocurre es que no hay sitio para todos y hay menos calles que héroes civiles o militares. Ahora, por fortuna, no necesitamos mártires, sino personas que eviten que proliferen.

Dentro de tres días mal contados el Gobierno de Ahora Madrid llevará al Pleno del Ayuntamiento la propuesta del Comisionado de Memoria Histórica para cambiar 27 calles y plazas. Unas llevarán nombres de personas y otras de personajes literarios, como la calle de Fortunata y Jacinta, que son más reales que algunos conmemorados de sangre y hueso. Hay reemplazos pintorescos, como el de la calle del General Millán-Astray por ‘Avenida de la Inteligencia’. Cuando el atormentado y magnífico Unamuno gritó “Viva la inteligencia”, respondió al general demediado, que había dicho que muriera, pero “si la inteligencia llevaba a la guerra entre hermanos”. Era un condicional, no un proyecto, pero se olvida porque los del nuevo callejero leen poco. En las biografías de don Miguel -la de Salgado es fundamental- queda claro aquel turbulento episodio universitario. Es pronto, todavía. Las guerras civiles duran un siglo, según parece.

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