Teletrabajo, oportunidad o explotación

 Para que resulte ventajoso, debemos saber organizar muestra agenda y gestionar el tiempo como si estuviéramos en la oficina; aprender a crear hábitos, elegir el entorno apropiado para trabajar
 

24 mayo 2020 10:30 | Actualizado a 27 mayo 2020 16:35
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El confinamiento obligado de millones de trabajadores obliga a las administraciones y empresas a implantar el teletrabajo, que está pendiente de una regulación seria y negociada. En países como Suecia o Islandia un 25% de los trabajadores practican esta modalidad, mientras en España solo el 3%. Estos datos demuestran la incapacidad de las administraciones y empresas para adaptarse a la digitalización de todos los procedimientos administrativos y contables.

Efectivamente, el teletrabajo puede suponer una oportunidad, si se hace correctamente. Esta forma de trabajar depende del tipo de profesion y actividad específica: predomina entre los profesionales técnico-científicos e intelectuales, empleados de contabilidad y administración, en directores, gerentes y similares. En cambio, el teletrabajo en actividades de la industria y la construcción es mínima o nula, por razones obvias.

Pero, ¿el teletrabajo, es una oportunidad para la empresa o para el trabajador?

El teletrabajo, por un lado, genera ahorro para los trabajadores: en transporte, desplazamientos, comidas, etc..; pero, por otro, también supone unos costes no contemplados en el salario: de electricidad, conexión a internet, equipos informáticos, mobiliario, material, etc.

Las ventajas son numerosas: aumenta la autonomía de las personas que lo realizan, disminuye costes de desplazamiento y otros gastos generales tanto a las empresas como a los trabajadores; puede atraer más talento a las empresas contratando a personas que se encuentran físicamente alejadas; permite contratar, en mayor medida, a personas con minusvalías; disminuye la contaminación; reduce el absentismo; permite una mayor conciliación entre la vida laboral y personal; reduce la conflictividad y tensiones dentro de la empresa, etc. Si estos factores predominan, podría conseguirse un incremento de la productividad laboral.

Pero tambien es cierto que tiene grandes inconvenientes. A personas que realizan el teletrabajo a veces les resulta muy difícil desconectar de la jornada de trabajo y separar vida laboral y personal. Por lo tanto, hay que analizar los casos para no extraer conclusiones de carácter general que puedan ser muy desacertadas. Para que resulte ventajoso, debemos saber organizar muestra agenda y gestionar el tiempo como si estuviéramos en la oficina; aprender a crear hábitos, elegir el entorno apropiado para trabajar, vestirnos adecuadamente; comunicarnos de modo más expresivo en nuestros mensajes, etc. Para que el teletrabajo tenga éxito es necesario que conviva con experiencias presenciales.

Pero las empresas deben tener presente que el teletrabajo no es la solución ideal, pues dificulta el trabajo en equipo; el sentido de pertenencia y la generación de cultura de empresa, que suelen ser fuentes de gran valor; obliga a establecer vías más sofisticadas y costosas de control sobre la actividad laboral; así como a realizar inversiones. Puede también afectar al aprendizaje continuado de los trabajadores.

El teletrabajo en absoluto ha de suponer que los trabajadores tienen disponibles las veinticuatro horas al día para realizar su actividad y ese es el riesgo: que se utilice para alargar la jornada ilimitadamente. La flexibilidad del teletrabajo, si conlleva un alargamiento del tiempo de trabajo, va a provocar no el aumento de la productividad, sino la explotación del trabajador y que, al final, las empresas sean menos eficientes e innovadoras, con el consiguiente empobrecimiento de ellas y de toda nuestra economía. Existe otro peligro: el Estatuto de los Trabajadores hace referencia al derecho de los trabajadores a la intimidad en el uso de dispositivos digitales y al derecho a la desconexión pero, ante la gran recesión que se avecina, ¿qué trabajador estará dispuesto a ejercer su derecho a riesgo de su empleo?.

En época de crisis, el teletrabajo también es ocasión de defraudación por aquellas empresas que tienen a trabajadores en ERTE o en ERE, y simultáneamente se les propone teletrabajar a cambio de una gratificación, ¿cómo se van a negar en época de crisis?, ¿qué sistemas de control, de inspección de trabajo pueden evitar estos abusos?.

Por ello habrá que analizar bien todos los factores, pros y contras, con sensatez y equilibrio y, finalmente, regular adecuadamente las nuevas condiciones laborales del teletrabajo (y evitar el uso abusivo), respetando los derechos laborales. La ministra de Trabajo ha anunciado que están elaborando una reglamentación de esta nueva modalidad de trabajo que debería ir acompañada de una rigurosa aplicación de las normas de prevención de riesgos laborales de nuestros hogares, pues se han convertido en centro de trabajo. Indudablemente, se deberá aplicar el Registro de la Jornada Laboral y, de esta manera, evitar la desaparición de la jornada de trabajo e impedir la distribución unilateral de la carga horaria por la empresa.

Indudablemente, falta mucho por legislar y mucho por pactar en negociación colectiva, como los medios con que contará el trabajador, los complementos retributivos por los costes que asume, las vias formativas para que la plantilla alcance las competencias digitales necesarias, etc. Y finalmente, trasladarse todo ello a los convenios colectivos.

El teletrabajo solo será una oportunidad si va aparejado de un cambio en la cultura empresarial y de un cambio organizativo.

Un aspecto muy positivo del teletrabajo sería la conciliación laboral y familiar. Este objetivo no debe identificarse con simultanear ambas tareas pues, o se trabaja, o se está al cuidado de la familia; más bien se trata de compaginar adecuadamente los horarios de pareja, familia, hijos o personas dependientes. En estos momentos de excepcionalidad nada sirve y los padres se ven obligados a simultanear ambas tareas.

Efectivamente, el teletrabajo ha venido para quedarse, esperemos que sea oportunidad de liberación y no instrumento de explotación.

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