Entre los galardonados con el Premio Princesa de Asturias, estuvo el norteamericano James Nachtwey, fotoperiodista que durante 40 años ha trabajado en treinta países en conflicto; ha sido detenido, herido de bala y se ha asomado a la muerte.
Es –como Gervasio Sánchez– de estos que tienen un alto sentido de su trabajo: «No quiero ir a países en conflicto; debo ir», dice, y añade: «Sólo lamento que lo que he fotografiado haya ocurrido».
Se implica. A veces deja la cámara para socorrer a la gente. En Somalia, en la hambruna de 1992, veía a personas que no podían tenerse en pie y las llevaba en coche a puestos de socorro. Anota al respecto: «Si un día valorara más mi éxito profesional que mi capacidad de compasión, habría vendido mi alma».
Fotografía sin cesar el sufrimiento de personas en medio de la guerra y del hambre, para que no podamos escudarnos en que no lo sabíamos.