Totes les cartes del dia

19 mayo 2017 22:43 | Actualizado a 22 mayo 2017 18:17
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La primera vez

Conversando con jóvenes amigos sobre lo que hoy se ha dado en llamar ‘hacer el amor’, que yo defino como el Arcipreste de Hita en el Libro de buen amor, como juntamiento con hembra pues el amor se siente, mientras les decía mi opinión, que el juntamiento con amor es un sueño y sin él es una pesadilla, de pronto me vino esta rememoranza.

«En agosto, cuando las playas de Barbate aún no se habían urbanizado, fuimos paseando desde la lonja siguiendo el curso del río hasta su desembocadura, nos sorprendió el anochecer cuando nos dirigíamos hacia el faro, la luna empezaba a elevarse sobre el cielo, una brisa marina nos acariciaba, el adagio musical de la bajamar cuando se retira en pequeñas olas de la tierra conquistada hora antes, sólo roto por algún gruñido de gaviota que veían alterado su descanso con nuestra presencia, alentaba la confesión de sueños e ilusiones entre ambos.

Quinceañeros, hablábamos de nuestros deseos de futuro, yo le decía que quería ser capitán de un buque mercante, surcar los siete mares, conocer ciudades y gentes lejanas, enfrentarme a Eolo y vencer al viento y las tormentas. Ella más humilde, pero también con pasión, decía querer estudiar magisterio y dedicarse a la enseñanza, pues una vecina suya, maestra de las que pasaban hambre, aún recibía visitas de alumnos agradecidos después de 20 y 30 años.

Paseábamos por la orilla, chapoteando, con los zapatos en la mano y en mi caso con los pantalones ‘arremangao’ como los hijos de la mar, ella con el pelo ligeramente alborotado por la brisa, el bronce de su piel destacaba sobre el vestido blanco de hilo cuyo escote dejaba que la luna la iluminara y, al mismo tiempo que íbamos hablando, contemplábamos el espectáculo de la luna sobre el cielo infinito, la mar y la plata en que se convertían las espumas del romper de las olas por el influjo de la luna.

En un momento de silencio, percibí, o quizás imaginé, la presencia de nereidas entre las olas, que nos contemplaban, se sonreían y cuchicheaban entre ellas sobre nosotros, y oí que me decían ‘Cógele la mano y bésala’, ‘Lo está deseando’. No sabía que hacer, ellas insistían, de pronto entre una ola una nereida me dijo ‘Soy Galatea y te ordeno que cumplas lo que te están diciendo mis hermanas’.

Le tomé la mano, se giró y nuestras miradas se cruzaron plenas de deseo de amar y ser amado. Lentamente fui acercando mis labios a su boca entreabierta, hasta que se acariciaron mútuamente, ella derramó su corazón sobre mi pecho y yo me sentí hombre, sólo fue una caricia, un inocente beso, el primero.»

Durante el resto de verano, fuimos novietes e hicimos planes de futuro que quedaron arrinconados en el baúl de los recuerdos.

Pablo Martín de Madariaga

(Tarragona)

El pare Douglas

Al pare Douglas li van llançar cinc morters mentre celebrava missa. Més tard li van dinamitar l’església. Un altre dia li van disparar dos trets a la cama. El van intentar matar dues vegades amb bombes. I finalment el van segrestar. Va estar 9 llargs dies sense menjar i sense aigua. Li van trencar diverses costelles, el nas i van rebentar-li la boca amb un martell.

Durant el dia els seus segrestadors l i demanaven consell, també els feia de conseller espiritual i a la nit el torturaven. «Va arribar un moment en què vaig pensar: ben mirat, morir per Crist no és una mala manera de morir». «Els rosaris més bonics de la meva vida van ser aquells que resava amb les cadenes amb què em van lligar els meus segrestadors».

Avui el pare Douglas és rector de la Parròquia de Sant Elies a Erbil, al Kurdistan, on acull diverses famílies iraquianes refugiades que han fugit dels terroristes de l’ISIS. I gràcies a institucions com a Ajuda l’Església Necessitada, els proporciona allotjament, menjar, aigua, abric…

El pare Douglas va visitar el nostre país per rebre el Premi a la Defensa de la Llibertat Religiosa 2015.

Després de sentir el pare Douglas, jo no puc dir res.

Domingo Castilla Palau

(Constantí)

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