Tragedia sin justicia

Después de padecer la tragedia, sufrir la injusticia, lo cual viene a añadir más dolor, si aún cabe más dolor, a lo que ya es prácticamente insoportable, al ni siquiera tener el consuelo de saber que los responsables pagarán por su negligencia. Es lo que ha sucedido con el proceso de la Loveparade, una multitudinaria fiesta al aire libre en la ciudad alemana de Duisburgo que se convirtió en masacre hace diez años, cuando una avalancha humana y unas deficientes vías de escape se cobraron la vida de 21 jóvenes, entre ellos dos chicas de Tarragona y de Cambrils. Y es que, tras muchos años de batalla contra un sistema que nunca ha mostrado demasiadas ganas de hacer justicia –no, Alemania no es siempre un modelo– y pese a ser uno de los juicios más costosos desde el fin de la II Guerra Mundial –se calcula en cinco millones de euros; ha tenido 184 sesiones y solo el alquiler de la sala en el centro de congresos de Düsseldorf a la que tuvo que trasladarse el proceso por razones de espacio ha costado 25.000 euros por sesión–, los familiares de las víctimas se encuentran ahora con que la Audiencia Provincial de Duisburgo suspende el proceso, que concluye, así, sin sentencia. El tribunal señala que «no se han dado indicios concretos de una actuación deliberada por parte de los acusados», y añade: «La suspensión del proceso se justifica en base a que una posible culpa de los acusados (...) actualmente es considerada ya sólo mínima y tampoco existe un interés público» en continuar con el juicio. ¿No existe un interés público en saber cómo y por qué perdieron la vida 21 jóvenes? En fin… Solo queda solidarizarse con el dolor de las familias. Desde aquí, vaya mi más caluroso abrazo.