Transportistas en pie de guerra

La prohibición de circular por ciertos tramos de la N-340 debería tener las excepciones justificadas para algunas empresas

 

12 octubre 2018 11:05 | Actualizado a 12 octubre 2018 11:13
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En el renqueante y caduco mapa de las infraestructuras de Catalunya suele ocurrir que cuando se intenta arreglar un problema se hace a costa de crear otro nuevo. Acaba de ocurrir otra vez con la normativa que prohíbe a los camiones circular por ciertos tramos de la N-340 y les obliga a tomar la AP-7 con peaje bonificado. Los transportistas expresaron ayer su protesta con marchas lentas desde L’Aldea hasta Alcanar, provocando un considerable caos circulatorio. El motivo de su queja radica en el hecho de que la restricción adoptada para disminuir la siniestralidad de la N-340 encarece el coste de los viajes e incrementa su duración. El problema se agrava en el caso de empresas como la fábrica Cemex, de Alcanar, cuyo acceso con la nueva normativa obliga a los camiones a transitar por complicados vericuetos para llegar a su destino. En algunos casos deben atravesar zonas tramos urbanos e incluso zonas escolares que de otro modo se evitaban. Las razones esgrimidas por los transportistas tienen todo el fundamento del mundo y sorprende que todos estos inconvenientes no fueran abordados en su día antes de poner en práctica las nuevas medidas de circulación por la N-340. Lo que es evidente es que el desvío con peaje bonificado de los camiones por la AP-7 era una medida necesaria por el colapso y la peligrosidad de una carretera considerada una de las más peligrosas de España. Otra cosa es que toda norma puede tener sus excepciones. Parece lógico que pueda estudiarse el caso de algunas empresas a las que el veto de usar la nacional les genere un considerable quebranto. La radicalidad nunca es un buen sistema por principio. La solución definitiva al problema, que pasa por completar la autovía en una zona de saturación de tráfico más que evidente, tardará en llegar. Y mientras llega es obligado no permanecer con los brazos cruzados mientras la estadística de accidentes sigue creciendo inexorablemente. Una sentada entre transportistas y responsables de tráfico debería servir para apañar una solución de emergencia.

 

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